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Reflexiones del compa�ero Fidel: Un golpe nuclear

Enviado por: Viene-el-Cambio en 04 Sep, 2008 - 03:13 Noticias 

“Ha sido un duro golpe, no pod�a siquiera imaginarlo”, dijo con voz desgastada por el esfuerzo, pero firme y resuelta, Ana Isa Delgado, Secretaria del Partido y Presidenta del Consejo de Defensa del importante municipio. “�Es lo nunca visto en los casi 50 a�os que vivo aqu�!”, exclam� un vecino con asombro. Un joven soldado, que descend�a de un carro anfibio, grit�: “�Demostraremos que estamos dispuestos a dar la vida por el pueblo!”






CubaDebate/ InSurGente.-


No exagero. Es la expresi�n m�s generalizada de muchos compatriotas. Es la impresi�n del Jefe del Estado Mayor General de las FAR, �lvaro L�pez Miera, un militar experimentado, cuando vio en la Isla de la Juventud las torres de acero retorcidas, las casas convertidas en ruinas y la destrucci�n por todas partes.

“Ha sido un duro golpe, no pod�a siquiera imaginarlo”, dijo con voz desgastada por el esfuerzo, pero firme y resuelta, Ana Isa Delgado, Secretaria del Partido y Presidenta del Consejo de Defensa del importante municipio. “�Es lo nunca visto en los casi 50 a�os que vivo aqu�!”, exclam� un vecino con asombro. Un joven soldado, que descend�a de un carro anfibio, grit�: “�Demostraremos que estamos dispuestos a dar la vida por el pueblo!”

En Herradura, el General de Cuerpo de Ej�rcito Leopoldo Cintra Fr�as, al observarlo todo convertido en ruinas, mirando a su alrededor, compart�a su asombro y admiraci�n por la valent�a de la poblaci�n, y expres�: “Esto es ver una explosi�n nuclear.” �l estuvo cerca de verla en el Suroeste de Angola, si los racistas surafricanos hubieran decidido lanzar contra las tropas cubano‑angolanas una de las siete bombas que el gobierno de Estados Unidos les suministr�. Era, sin embargo, un riesgo calculado y las t�cticas m�s convenientes fueron adoptadas.

Junto a Polo estaba Olga Lidia Tapia, primera secretaria del Partido y Jefa del Consejo de Defensa de la provincia, sin dudar un segundo de los frutos del esfuerzo y la determinaci�n de sus compatriotas.

Con toda franqueza me atrevo a decir que las fotos y vistas f�lmicas de lo que transmit�an el domingo por la televisi�n nacional me recordaban la desolaci�n que vi cuando visit� Hiroshima, que fue v�ctima del ataque con la primera bomba at�mica en agosto de 1945.


No en balde se afirma que un hurac�n despliega una enorme energ�a, tal vez equivalente a miles de armas nucleares como aquellas que fueron lanzadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Valdr�a la pena que alg�n f�sico o matem�tico cubano hiciera los c�lculos pertinentes y lo expusiera de forma comprensible.


Ahora la batalla es alimentar a las v�ctimas del hurac�n. La dificultad no est� en restablecer cuanto antes la electricidad. El problema en Isla de la Juventud es que, de 16 panader�as, todas con horno el�ctrico y equipo electr�geno, s�lo dos pod�an funcionar de inmediato; las edificaciones hab�an sido afectadas. Necesitaban recibir pan o galletas. Las cifras de tejas y materiales necesarios en este momento para las viviendas son elevad�simas. En la Isla de la Juventud hay mar de por medio. No basta con cargar camiones de alimentos y materiales para hacerlos llegar directamente.


Nuestras Fuerzas Armadas han enviado personal especializado en aer�dromos y transporte a�reo y terrestre. De d�a y de noche, auxiliados por grupos electr�genos, los aviones pueden aterrizar en el aeropuerto de la Isla. Tienen la misi�n de librar su batalla por la poblaci�n sin derroche alguno de recursos. Con el mismo esp�ritu actuar�n en los lugares arrasados de Pinar del R�o. Todos los organismos tienen sus tareas asignadas, todos son importantes. Pero los bienes no salen de la nada. Compartir implica sacrificios. No nos demos el lujo de olvidarlo dentro de unos d�as.


El hecho adverso debe servir para trabajar con m�s eficiencia cada d�a y el empleo justo y racional de cada gramo de material. Tenemos que luchar contra nuestras superficialidades y ego�smos. Cien millones de d�lares significan s�lo nueve d�lares por habitante, y necesitamos mucho m�s. Necesitamos 30 veces, 40 veces esa cifra s�lo para paliar nuestras necesidades m�s elementales. Tal esfuerzo debe salir del trabajo del pueblo. Nadie lo puede hacer por nosotros.


Es evidente que nuestra capacidad de divulgaci�n se ha multiplicado y nuestra poblaci�n, que sabe leer y escribir posee adem�s elevados niveles de escolaridad.


Kcho, el pintor, se hab�a trasladado por aire a la Isla de la Juventud, el pedazo de Cuba que lo vio nacer y nos hizo llegar una carta sobre la alta moral de los pineros. Selecciono p�rrafos de la misma:


“Querido Fidel:

“Me pareci� importante, desde que llegue a la Isla y pude ver con mis propios ojos y sentir con mi cuerpo todo lo que estaba pasando, ponerme en contacto con Richard para que usted conociera la terrible situaci�n que estaba aconteciendo en el Municipio Especial.


“No tengo palabras para expresar la realidad de lo que vi ayer en la Isla de la Juventud. En mis 38 a�os no hab�a visto nada parecido y las personas con las que he hablado en mi territorio no hab�an visto nada peor, pero incre�blemente tienen a�n la moral por el cielo… muchos han perdido sus casas, y casi todos tienen sus pertenencias, camas, colchones, televisores, refrigeradores, etc., destruidos; la mayor parte de la poblaci�n est� en esa situaci�n; se calcula que de las 25 000 viviendas que hay en la Isla ―todav�a en estos momentos no es la cifra definitiva― unas 20 000 est�n afectadas de alguna forma, y de esas 20 000, unas 10 000 est�n sin cobertura o destruidas totalmente.”


“…la brigada de 52 linieros camag�eyanos estuvo trabajando hasta las 3 de la ma�ana y hoy comenzaron de nuevo a las 6:30 a.m. con tremenda disposici�n; est�n esperando a un grupo de 60 y tantos de Holgu�n…”


“…existen todav�a muchos problemas, como por ejemplo viviendas destruidas por el hurac�n Michelle en 2001, esperando resolverse.


“Hay problemas serios con la alimentaci�n… Actualmente la Isla es como una prisi�n, por la insularidad, aunque ya se han restablecido los vuelos… El dinero no tiene ning�n valor, no hay qu� comprar ni d�nde comprar nada.”


“La solidaridad humana est� siendo el arma m�s importante en este momento. La moral est� alta pero eso no va a ser eterno; en los pr�ximos d�as va a haber que dar soluci�n a algunas cosas. En la medida en que se vaya restableciendo el servicio el�ctrico, crear puntos de informaci�n donde las personas se puedan reunir para saber lo que est� pasando en el pa�s y en el Municipio, o aunque sea a o�r m�sica, a pasar el tiempo en colectivo.”


“Actualmente el territorio ‘es un teatro de operaciones militares en una tregua’, con la gente todav�a alegre porque salvaron sus vidas, no pensando todav�a mucho en la p�rdida de sus pertenencias, tratando de salvar lo que les qued�, viendo c�mo se ajustan a esa nueva condici�n, pero con el transcurso de los d�as la moral de la gente puede decaer y llegar a la depresi�n.”


“…las condiciones del hospital son infrahumanas y s�lo la voluntad y la convicci�n de hombres y mujeres revolucionarios hacen que funcione.


“El pinero es revolucionario y combativo, y all� est� todo el mundo (pacientes, familiares, equipo m�dico) trabajando muy intensamente. Ya est�n en la capital, desde ayer a las 4 de la tarde aproximadamente, los 32 pacientes de hemodi�lisis, con un acompa�ante y enfermeras, que llevaban 48 horas sin el tratamiento y se encontraban en buenas condiciones.


“El pinero sigue con su moral alta y feliz del trabajo de los organismos responsables y de que no ha habido una sola p�rdida de vida humana ni en Pinar del R�o ni en la Isla ni en Matanzas.”


“Yo creo que para volver la Isla a lo que era antes va a haber que invertir mucho tiempo de trabajo y muchos recursos, como si fuera una provincia, porque ahora todo est� devastado.”


Con su carta, env�a fotos elocuentes de la desolaci�n; en el sobre, la silueta de la Isla de la Juventud y en ella ondeando una bandera cubana.


Los excelentes pintores que sol�an acompa�ar nuestras batallas de ideas pueden dejar constancia del episodio vivido y alentar a nuestro pueblo en su �pica lucha.


Orfilio Pel�ez nos hablaba en Granma de un hurac�n ocurrido en 1846 con r�cord de presi�n m�nima de 916 hectopascales, registrado por un equipo. Eso ocurri� hace 162 a�os, cuando no hab�a radio, televisi�n, cine, Internet y otros muchos medios de comunicaci�n, que a veces chocan unos contra otros, creando caos en las mentes.


En aquel tiempo la poblaci�n de Cuba era por lo menos 12 veces menor. Con trabajo esclavo y semiesclavo, el pa�s exportaba la mayor cantidad de az�car y tambi�n de caf� durante una parte considerable de ese siglo. No exist�a la jubilaci�n, el promedio de vida era muy inferior, y no se conoc�an casi las enfermedades de la edad madura, o la educaci�n masiva, que tantos brazos e inteligencias demandan para su desarrollo. Los recursos naturales abundaban. Los huracanes, aunque influ�an mucho, no significaban una cat�strofe nacional. De los cambios clim�ticos, bien distantes, ni siquiera se hablaba.


En el Granma de hoy martes, el propio periodista nos relata las proezas de nuestro pueblo en su batalla por la recuperaci�n y los frutos del esfuerzo de los �ltimos a�os. Rubiera, el cient�fico, por su parte, en el recorrido por Pinar del R�o observaba minuciosamente, entre las ruinas de la instalaci�n del Instituto de Meteorolog�a en Paso Real de San Diego, el equipo de medir la velocidad de los vientos que marcaba 340 kil�metros de velocidad cuando fue destruido por fuertes r�fagas. Se anuncia que hoy hablar� en la Mesa Redonda. �l sostiene teor�as que explican lo ocurrido. Juan Varela, por otra parte, habl� de los destrozos ocasionados en la mayor empresa de cultivos varios en G�ira de Melena, de la provincia de La Habana, que deb�a producir este a�o alrededor de 140 000 toneladas de viandas, granos y hortalizas. Las p�rdidas, a mi juicio, a precios internacionales, en horas de trabajo, productos alimenticios, equipos de cultivo y riego, combustibles y otros gastos, son millonarias en esa sola empresa.


Lo m�s impactante, sin embargo, por el drama humano que les correspondi� abordar, fue la informaci�n suscrita por el periodista Alfonso Nacianceno y el fot�grafo Juvenal Bal�n: la odisea vivida por los cinco tripulantes del Langostero 100 de Bataban�, provincia de La Habana. Hab�an recibido la orden de regresar a puerto como todos los barcos pesqueros, a su debido tiempo. Por azar se retrasaron. Desde el s�bado se perdi� con ellos la comunicaci�n cuando el hurac�n avanzaba r�pidamente. Dos veces hab�a dicho en reflexiones previas: “�Suerte que tenemos una revoluci�n! Ning�n ciudadano quedar� abandonado a su suerte.”


Supe sobre la incomunicaci�n con el langostero el mismo s�bado, casi a medianoche. Ra�l me hab�a dado noticias de lo que suced�a; confiaba en la experiencia de los pescadores para lidiar con tormentas y ciclones. Me dijo que enviar�a al amanecer los medios necesarios para localizarlos. Tan pronto amain� el tiempo comenz� la b�squeda, que lleg� a reunir 36 embarcaciones, tres helic�pteros y dos aviones durante casi dos d�as. Del barco no se ve�a ni rastro; encontraron sin embargo a los n�ufragos. Lo que cuentan es incre�ble; los que conocen bien el mar saben lo que significa estar interminables horas agarrados a un remo y despu�s a una boya.


El milagro revolucionario se produjo, y los pescadores fueron rescatados.


No nos dejemos arrastrar por las ilusiones. Este hurac�n nos deja cien mil viviendas golpeadas en mayor o menor grado y p�rdida casi total de art�culos necesarios despu�s de la tragedia, como explica en su carta Kcho.


�Cu�ntas viviendas anticicl�nicas, seguras, necesita Cuba? No menos de 1,5 millones de ellas para 3,5 millones de familias totales. Saquemos la cuenta del costo internacional de tales inversiones, que se corresponde con los datos que se manejan en el mundo.


Una familia en Europa debe pagar por lo menos 100 mil d�lares, m�s intereses, por los cuales aportan 700 d�lares mensuales de sus ingresos durante 15 a�os. Diez mil millones de d�lares es el costo aproximado de cien mil casas para familias medias en los pa�ses desarrollados, que son los que determinan los precios de los productos industriales y alimenticios en el mundo. Habr�a que a�adirle el costo de las instalaciones sociales afectadas que deben ser reconstruidas, las dem�s instalaciones econ�micas, m�s las requeridas para el desarrollo.


S�lo de nuestro trabajo, reitero, podr�n salir los recursos. Mientras las nuevas generaciones lleven a cabo esa tarea, los hombres y mujeres que habitan esta isla requieren de la solidaridad, el valor y la combatividad mostrada por los pinare�os y pineros.


El imperio atraviesa en estos momentos por una prueba dif�cil en la segunda mitad del a�o, la de su capacidad de resolver dificultades que cuestionan su tren de vida a costa de los dem�s pueblos. Ahora necesitan un cambio de tim�n.


Bush y Cheney han sido casi marginados de la campa�a republicana por guerreristas e indeseables. No se discute sobre un cambio de sistema, sino sobre c�mo mantenerlo con menos costo.


El imperialismo desarrollado terminar� matando a todos los que intenten penetrar sin permiso dentro de su territorio para convertirse en esclavos asalariados y consumir algo. Ya lo est�n haciendo. Es muy grande el chovinismo y el ego�smo que el sistema crea.


Lo sabemos y continuaremos desarrollando la solidaridad, nuestro mayor recurso dentro y fuera de la patria.





Fidel Castro Ruz

Septiembre 2 de 2008

6 y 17 p.m.

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