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Enviado por: FARABUNDO-VIVE en 25 Sep, 2007 - 03:18
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Corea es un pa�s monta�oso, no hay mucha tierra adecuada para la agricultura, y da la impresi�n de que aqu� se planta y cultiva todo lo que se puede, hasta en las laderas de las colinas, donde crecen plantas de ma�z y de diferentes hortalizas en terrazas, a menudo en tales �ngulos que es imposible imaginar como han conseguido encaramarse hasta all� los agricultores nativos.
El viaje de una periodista rusa a Corea del Norte
Irina Malenko
Levaya Rossia (left.ru)
Una vez cruzada la frontera entre China y la Rep�blica Popular Democr�tica de Corea (RPDC) el paisaje cambia como por arte de magia: en lugar de las �speras monta�as cubiertas de �rboles, con grises y humeantes ciudades intercal�ndose entre ellas, de repente aparece arrastr�ndose tras la ventanilla del tren un verdor cegador de campos de arroz, cuidadosamente separados unos de otros por hileras de patatas y ma�z. Corea es un pa�s monta�oso, no hay mucha tierra adecuada para la agricultura, y da la impresi�n de que aqu� se planta y cultiva todo lo que se puede, hasta en las laderas de las colinas, donde crecen plantas de ma�z y de diferentes hortalizas en terrazas, a menudo en tales �ngulos que es imposible imaginar como han conseguido encaramarse hasta all� los agricultores nativos. El tractor en esos lugares, evidentemente, no sirve; la tierra se trabaja a mano o se labra con ayuda de bueyes... En los campos no hay, literalmente, ni una hierba de maleza, ni siquiera en los m�s alejados de los caminos. Campos perfectos.
�Qu� terribles relatos no nos cuenta hoy en d�a la prensa burguesa sobre la RPDC! No tiene sentido repetirlos todos, abran cualquier peri�dico: “en Pyongyang proh�ben a la gente colgar cortinas en las ventanas, para saber qu� es lo que pasa en las casas” o “en Corea del Norte se llevan a cabo ejecuciones p�blicas por el uso de tel�fonos m�viles” (no se dice a qui�n, d�nde , cuando y por qu� exactamente se practicaron esas ejecuciones, naturalmente, como no se dice cuales son las fuentes de semejantes “informaciones”). Lo mismo que, antes, seg�n esa misma prensa, en la URSS no ten�amos sindicatos, las mujeres trabajaban exclusivamente porque sus maridos no pod�an alimentarlas, y los ni�os y las mujeres estaban “socializados” por los malvados bolcheviques...
Desde las primeras escenas que pude observar en la RPDC, no me surgi� la sensaci�n de estar en una empobrecida dictadura del “eje del mal”, olvidada de Dios, como pretende inculcarnos la prensa “democr�tica”... sino �una impresi�n de fiesta! �Hac�a exactamente 30 a�os que no ve�a esas filas de �rboles con los troncos blanqueados a lo largo del camino! Los tranv�as y trolebuses de aqu� est�n mucho m�s nuevos y limpios que los de mi “democratizada” ciudad natal en Rusia, y no hay ni un solo asiento roto. Nadie escribe en las tapias palabras malsonantes, ni en la lengua nativa ni en ingl�s. Hasta el d�a de hoy es posible ba�arse en los r�os y beber agua de manantial (lo que sorprendi� mucho a los europeos occidentales de nuestro grupo) y el agua del grifo en Pyongyang se puede beber directamente, sin ninguna necesidad de hervirla antes.
Pyongyang es una ciudad muy verde. Parece un enorme parque. En sus calles se ven sobre todo sauces y �lamos; hay mucha agua: por la ciudad pasan dos r�os, formando algunas islas en medio. �Y adem�s, por primera vez en mi vida veo modernos edificios multicolores de muchos pisos realmente bonitos, originales y diferentes unos de otros!
Como ya dije, la gente va por la calle bien vestida, pulcra (�y con gusto!). (A decir verdad, muchos calzan botas de goma, pero con lluvia, as� que no hay en esto nada de sorprendente). Nadie tira basura a la calle y por eso no se ven contenedores de basura. Esto me recuerda un cartel en la pared de uno de los comedores de los tiempos sovi�ticos: “�Hay limpieza, no donde se limpia mucho, sino donde no se ensucia!”. Lo primero que nos sorprendi� agradablemente de Pyongyang fue el silencio y la tranquilidad de las noches. A cambio, por la ma�ana temprano te despiertas con el sonido de las escobas de los barrenderos que limpian las calles. Pyongyang es quiz�s la ciudad m�s limpia del mundo. Y en el curso de la jornada se ven aqu� y all� personas, escolares incluidos, que ayudan a mantener la limpieza de la ciudad. Por cierto, esto se refiere no solo a la capital, lo mismo vimos en las ciudades de provincias, e incluso en las aldeas. Los ni�os plantan flores a lo largo de los caminos y los soldados trabajan en los campos, con arados de bueyes. �Puede uno imaginarse un cuadro m�s pac�fico?
Aqu� nadie lleva en las manos decenas de bolsas (si hay que portar algo pesado se lleva a la espalda, en una mochila). Los rostros de la gente son afables y joviales. En las calles hay poco transporte (�no podemos olvidar los problemas energ�ticos de este peque�o pa�s, abandonado a su suerte por sus principales amigos y aliados, y a�n as� capaz de sobrevivir y continuar, no s�lo manteniendo su independencia, sino desarroll�ndose a pesar de todas las adversidades!), muchas personas van a pie, o conducen bicicletas, practican deporte y trabajo f�sico, y por eso aqu� pr�cticamente nadie padece obesidad. Recuerdo como van las cosas a este respecto donde vivo ahora... Uno de cada 4 ni�os en Irlanda padece hoy sobrepeso. Y en cuanto a los adultos, se muestra en televisi�n el siguiente anuncio: “Por favor, �mu�vanse aunque sea s�lo media hora al d�a! Eso ser�a suficiente para mantener un modo de vida saludable...”
A prop�sito, en la cuesti�n de la energ�a el�ctrica, en la RPDC son ahorrativos: donde es posible las bombillas normales se han sustituido por otras de bajo consumo (�algo que en Occidente todav�a s�lo est� pens�ndose en introducir!), y all� donde la luz no es necesaria se apaga inmediatamente.
Los coreanos van por las calles a sus quehaceres sin apresurarse, y en los transportes no organizan apreturas. Los mostradores de las tiendas est�n llenos de productos, en cambio no hay colas como las que exist�an entre nosotros. Aqu� la gente entra tranquilamente en las tiendas cuando necesitan alguna cosa, la escogen y la compran. El sistema capitalista en los llamados pa�ses desarrollados, por la fuerza de las leyes inherentes a su funcionamiento, tiende a acostumbrar a la gente a comprar incluso cosas que �sta no necesita en absoluto: se empieza con que el “shopping” (ir de compras) se convierte en una de las aficiones de la persona, uno de sus pasatiempos preferidos, progresivamente las personas se convierten en aut�nticos “shoph�licos” y, como en cualquier drogadicci�n, experimentan satisfacci�n s�lo en un corto periodo de tiempo despu�s de la compra, luego sienten la necesidad irresistible de comprar algo nuevo, y cada vez les parece que despu�s de esa �ltima compra van, finalmente a aprehender el sentido de la vida y a sosegarse... Terrible enfermedad, que arrastra a las personas a un interminable torbellino de deudas con cr�ditos y pr�stamos, despu�s de lo cual muchas de ellas trabajan ya s�lo para el pago de esas deudas... �Y como puede una persona as� ser “libre”? Se encuentra, de hecho, atado de pies y manos, lo que se exig�a de �l.
Los coreanos de la RPDC no conocen, afortunadamente, esta terrible enfermedad. Pero la variedad de productos en las tiendas es aqu� suficientemente amplio, y nadie se hincha de hambre, como ocurre en los “democr�ticos” pa�ses africanos (a una persona de 20 a�os de edad, por ejemplo, aqu� le corresponden 700 gramos de arroz diario). Estuvimos en diferentes regiones del pa�s, incluida la zona agr�cola, en la regi�n en la cual, de creer a la prensa occidental, deber�a de haber hambre (sobre la visita a un sovj�s local, granja estatal, hablar� m�s adelante) y pudimos convencernos por nuestros propios ojos que esos “relatos de terror” son del mismo tipo de los de las “armas de destrucci�n masiva iraqu�es”.
Los coreanos compran libremente art�culos tambi�n en las tiendas de los hoteles donde viven los extranjeros. Nosotros viv�amos en un hotel con nativos, y no me ocurri� ni una sola vez que alguno de nuestros acompa�antes no nos permitiera comunicarnos con cualquiera de ellos. Naturalmente, existen en el pa�s lugares que no se pueden mostrar a los extranjeros; antes tambi�n ocurr�a eso entre nosotros, y ahora comprendo que eso era absolutamente correcto. Sobre la RPDC pende permanentemente la sombra de la amenaza imperialista estadounidense. Pues hasta este momento, entre estos dos pa�ses no hay ni siquiera firmado un acuerdo de paz, despu�s de la brillante victoria del pueblo coreano en la guerra de 1950-1953, y existe s�lo un armisticio. Los EEUU no quieren firmar documentos que corroboren una paz s�lida.
Realmente, hay muchos militares en las calles de la RPDC, pero enseguida te acostumbras a su presencia - es una parte integrante de la realidad de este peque�o y orgulloso pa�s. Aqu� no se mercadea con los uniformes militares o las condecoraciones de padres y abuelos. En verdad, aqu� no pasar�a lo de Yugoslavia, cuando el ej�rcito sali� entero de los bombardeos de la OTAN, pero Kosovo fue entregado al enemigo sin ninguna resistencia...
Claro que la gente en las calles a menudo se queda mirando a los extranjeros, particularmente los ni�os (estos �ltimos empiezan a agitar las manos y a sonre�rse, y las patrullas militares en las carreteras, con impecable gentileza, incluso te hacen saludos militares). No est�n acostumbrados a los extranjeros, esto es as�. Al a�o visitan la RPDC, en total, apenas unos cientos de turistas extranjeros. Pero el problema no est� en Corea, sino en la propaganda occidental. Por casualidad le ech� el ojo a un mensaje electr�nico, enviado desde casa a uno de los turistas occidentales presentes en Pyongyang: “�Cuando nos enteramos de donde estabas, enseguida nos preocupamos mucho!...”
Ese mismo turista ahora puede confirmarles que no hab�a ni el menor motivo para preocuparse (puede ser que en su pa�s natal s� que tenga que preocuparse, despu�s de volver de aqu�). Es m�s, aqu� se pueden dejar las cosas, incluyendo las valiosas, con absoluta libertad en el hotel o incluso en el autob�s durante las excursiones, y tener el 100% de garant�a de que nadie va a coger nada, incluso si el autob�s tiene todas las ventanillas abiertas. �Pueden imaginarse algo as� en uno de los pa�ses europeos? Los ni�os dejan en la escuela las carteras cuando van a casa a comer.
Nuestros gu�as nos dijeron que cuantas m�s personas visiten su pa�s, tanto mejor: “Si ustedes conocen a alguien m�s que est� interesado en ver la RPDC, d�ganle que venga. Estaremos muy contentos. Todo el que ve con sus propios ojos nuestro pa�s, sin exclusi�n, no cree m�s que nosotros tengamos intenciones agresivas o en otras invenciones de la propaganda occidental.” Y efectivamente, �c�mo creer en ellas, cuando comparas mentalmente los soldados coreanos, que labran la tierra y trabajan en las construcciones de su patria, con la soldadesca yanqui o de otros pa�ses “ot�nicos”, torturadores y ejecutores de poblaci�n civil en pa�ses ajenos?
Yo me sent�a, por momentos, pr�cticamente como en casa. Y la cosa no estaba (o no estaba tanto en eso) en que aqu� hay muchos autos y otros medios de transporte sovi�ticos, y las calles son anchas, como en Mosc�, que el uniforme militar de los oficiales coreanos recuerda tambi�n al sovi�tico, que muchos edificios de pisos son parecidos a los sovi�ticos (solo que, a diferencia de estos �ltimos, estaban pintados en diferentes y bonitos tonos de colores), y que los cines, como antes entre nosotros, estaban decorados con carteles hechos a mano con la representaci�n de los h�roes de los filmes. No, lo principal estaba en las personas, en su forma de vida.
Todo era instant�neamente reconocible - las excursiones escolares y de trabajo a museos y circos, los “subbotniki” (N del T: trabajo voluntario gratis que se hac�a los s�bados; caracter�stico de la �poca sovi�tica), los cuadros de honor (N del T: donde aparec�an, por ejemplo, con fotos, los trabajadores m�s destacados en alguna actividad)..., cosas que son dif�ciles de explicar a una persona occidental, pero para nosotros, criados en la URSS, hasta entonces naturales como el aire. Solo las hab�amos olvidado un poco, pero despu�s de 2-3 d�as en Pyongyang los recuerdos se acumulan con tal presi�n, como un alud, que parece que casi sientes el aroma familiar de la casa de tu infancia... Se acumulan tambi�n los sentimientos, los mismos que en el mundo “libre” hubo que reprimir, con celo y durante largo tiempo, simplemente para sobrevivir. Por ejemplo, el amor a la gente. O el deseo de ser �til a la sociedad. Y la fe en lo mejor de las gentes, fe que casi perdimos estando ya m�s de 15 a�os constantemente alerta en una vida en la que el hombre es, efectivamente, un lobo para el hombre, y de �l se puede esperar cualquier mala jugada.
Ante m� hab�a un pa�s en el que cada d�a parec�a la fiesta de nuestro 1� de Mayo sovi�tico.
Nadie dice, por supuesto, que los coreanos tengan una vida f�cil y despreocupada: “Imag�nese lo que pasar�a en su pa�s si, de un d�a para otro, perdiera sus relaciones econ�micas, de repente, con Alemania, Holanda, Francia, Gran Breta�a... En esa situaci�n se encontr� nuestro pa�s a principios de los a�os 90” - contaba a su auditorio belga un diplom�tico de la RPDC en el d�a de la solidaridad con su pa�s. En ese mismo periodo ocurrieron en la RPDC varias cat�strofes naturales, lo que condujo a la p�rdida de la cosecha. Pero finalmente el pa�s se recuper� de ello, a pesar de todas las dificultades, relacionadas, no s�lo con lo descrito m�s arriba, sino tambi�n con las sanciones econ�micas de los EEUU. Y cuando ves, en la Exposici�n coreana de las Tres Revoluciones, (parecida a nuestra Exposici�n de los Adelantos de la Econom�a de la URSS) sus propios veh�culos, cuya producci�n se realiza en el mismo pa�s, y el pabell�n dedicado al primer sat�lite artificial norcoreano (cuya existencia niegan hasta hoy los EEUU: “Eso no puede ser, porque nunca podr� ser”), inevitablemente te maravillas ante la tenacidad y el valor de este peque�o pueblo.
Aqu� no se venden por millones de d�lares plazas en las naves espaciales y no comercian con los documentos de la historia patria. Los sabios coreanos trabajan en beneficio de su pa�s. No se convierten en prostitutas forzadas que ofrecen sus servicios a quien pague m�s, como nuestros cient�ficos, para los cuales el propio estado act�a en el papel de proxeneta.
La despreocupaci�n no es, en absoluto, sin�nimo de felicidad. Como dijo Le�n Tolstoi, “la quietud es una bajeza espiritual”. “D�jame vivir tranquilo” es el lema preferido de los ego�stas y carreristas de todos los tiempos y naciones.
Pero la tranquilidad y la confianza en el d�a de ma�ana son dos cosas diferentes. Y la �ltima se puede decir que se respira en todas las calles norcoreanas.
Corea del Norte hoy es, efectivamente, la Rusia que perdimos. S�lo que mejor, moralmente m�s limpia, m�s natural. Es posible que as� fuera nuestro pa�s en los a�os 50; yo, por desgracia, solo se de esos a�os a trav�s de los relatos de mi madre; no tuve suerte, nac� m�s tarde. Y despu�s, a todos nosotros, de repente, como a Ostap Bender (N del T: protagonista de la novela sat�rica “Las doce sillas” (1928), de Ilf y Petrov, muy popular en la URSS) se nos hizo “aburrido construir el socialismo” y en lugar de esto, empezamos a pensar en pantalones a la �ltima moda, en mulatas y en R�o de Janeiro. Con consecuencias m�s bien lamentables para nuestro pa�s...
S�lo una vez aqu�, he comprendido que al otro lado de la frontera no comprenden a Corea (del Norte), ante todo a causa de su propio cinismo y falta de principios. Simplemente no pueden imaginarse que haya en el mundo gente que realmente crea en un futuro luminoso y trabaje sin tregua para construirlo, porque ellos mismos, cuando en sus tiempos dec�an hermosas palabras sobre el comunismo, no hac�an sino fingir. O bien, de ning�n modo pueden imaginarse qu� es el socialismo, y como se puede tener en cuenta a otras personas y no vivir s�lo para la satisfacci�n de las propias necesidades m�s animales (como aquel taxista de Dubl�n que me planteaba la cuesti�n de que para qu� estudiaba la gente en la URSS para m�dico o maestro, si m�dicos y maestros ten�an la misma paga, si no menos, que los obreros). Y, naturalmente, esa gente juzga a los otros exclusivamente seg�n sus propios par�metros...
Cuando la gente de otros pa�ses que ha estado aqu� regrese a sus hogares, pocos ser�n tambi�n los que escuchen sus impresiones positivas. En lugar de esto se sorprender�n: “�Es posible? �Qu� r�pido se la ha pegado la propaganda norcoreana! �Pero mira que debe ser fuerte all� la dictadura!”
�Pero qu� propaganda, muchachos? Las consignas son consignas, pero a m� nada me influir�a tanto como lo que ves con tus propios ojos. Como que una aplastante mayor�a de la poblaci�n vive una vida digna, est�n conformes con ella y con que diligencia trabajan. �Si es a palos, no trabajas as�!
Viendo a los coreanos - bajitos, tan fr�giles de aspecto, que en los “subbotniki”, formando una cadena a lo largo de la carretera cavan un foso para los cables el�ctricos, en una extensi�n de varios kil�metros o hasta la noche cerrada, y, a menudo, en los d�as festivos, sin darse descanso, labran los campos de arroz - recuerdas sin querer estas l�neas de Tij�nov: “Si se hicieran clavos de estas gentes, �no encontrar�as en el mundo clavos m�s fuertes!”. Ellos, realmente, tienen una relaci�n de amor con el trabajo - si ustedes tienen todav�a capacidad de imaginarse lo que es eso
Cuando ves a los coreanos trabajando sientes que cada persona sabe exactamente que tarea le corresponde - sin ning�n jefe que est� al lado - y, consecuentemente, la cumple. �Qu� contraste con nuestros “subbotniki” de los a�os 70, cuando, por ejemplo, se quer�a hacer lo que fuera necesario con m�s prontitud y tus compa�eros de clase dejaban las escobas en un mont�n e iban a un rinc�n a charlar. “�Y t� qu�? No merece la pena. �Ven con nosotros!”...Los frutos de estas y otras cosas todav�a los recogemos hoy.
Y adem�s... los coreanos viven como una gran familia. A una persona as�, apenas conocedora de la sociedad burguesa, es verdaderamente dif�cil acercarse...
“�Ah, estos s�lo saben trabajar como esclavos, y para ellos no hay nada m�s en la vida!” - vociferan ahora nuestros “se�oritos”, so�ando que “su dinero trabaje para ellos”, como les prometen los reclamos de todos los estafadores, en la imaginaci�n de los cuales la felicidad es “yacer sobre la arena en las Bahamas”. “He aqu� por qu� ... est�is en jaulas y viv�s” como dec�a el personaje Gedevan Aleks�ndrovich, del inmortal film “Kindza-dza”(1984)... A prop�sito, en Corea del Norte no he visto en ning�n sitio rejas en las ventanas. O puertas blindadas, como en Rusia. No hay necesidad de ellas.
Ellos tienen de todo en sus vidas, no se preocupen. Hay teatros, museos, circo, salas de deporte y piscinas, casas de cultura y parques de descanso, y todo esto accesible a todos. Y hay una muchacha en uniforme militar que, andando por un sendero rural, lee sobre la marcha un buen libro. Y hay ni�os que tocan instrumentos musicales, bailan y r�en (mientras, en la “civilizada” ciudad donde vivo sus coet�neos mueren por sobredosis de drogas, roban autos o queman a alguien). Y hay j�venes que juegan al ajedrez. Y hay ancianos que descansan con dignidad en los bancos del parque sin tener que preocuparse de ser despojados por reformas monetarias. Y hay enamorados que pasean por los muelles, cogidos de la mano y mir�ndose tiernamente el uno al otro, en lugar de ir bebiendo latas de cerveza y despu�s tumbarse en cualquier sitio entre los arbustos...
�Miren alrededor! �Miren en que sucio y f�tido basurero hemos convertido nuestro maravilloso, querido, �nico en el mundo, pa�s! Todos nosotros, y no s�lo los malhechores del tipo de Berezovski (N del T: el m�s conocido oligarca ruso, actualmente huido a Gran Breta�a) (�nosotros hemos permitido que �l y otros de su cala�a surgieran!). �En qu� nos hemos convertido nosotros mismos en nombre de la infecci�n del “nuevo pensamiento”, en el cual no hay nada de nuevo, s�lo los habituales ego�smo y codicia! �Miren como hemos “mercantilizado” Rusia, convirti�ndola en un enorme “rastro”, en un inmenso “mercadillo de segunda mano”! �Es que no les duele por ella? �Acaso han llegado a tal grado de carencia de amor propio?
Hace mucho tiempo, a�n en la escuela, cuando le�a la revista “Corea hoy” en lengua rusa, se me grab� para el recuerdo esta frase: “�No envidiamos a nadie!” Entonces me pareci�, por decirlo suavemente, una exageraci�n. Pero hoy he podido, con mis propios ojos, comprobar que la frase es verdad. Efectivamente, los coreanos no tienen por qu� envidiar a nadie infectado por el bacilo del servilismo m�s abyecto. Nosotros deber�amos envidiarles a ellos...
Pyongyang, julio de 2007
(continuar�)
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