Buscar  
Chat  


Mauricio Funes  

Indicador  

Campa�a de recolecci�n de fondos para el FMLN  


Por la ruta del Che  


Documentos de Estudio y Debate  


El FMLN Propone a la Naci�n  

Libro gratis: As� se templ� el acero  


Violeta Menjivar Alcaldesa de San Salvador  


Juventud Farabundista  


Escuche Arpas Satelital (Nuevo)  


Denuncia Contra la Impunidad  



Libro de Maradona - Descargue aqui  


Descargue aqui  


Qui�n est� en l�nea  
Actualmente hay 11 invitados y 0 usuarios registrados en l�nea.

Puedes loguearte o crear una cuenta nueva aqui.

San Salvador de ayer y de hoy  


Elena Poniatowska entrevista al Presidente Ch�vez  


  

Cuando el mito regresaba a casa

Enviado por: FARABUNDO-VIVE en 16 Jun, 2007 - 07:27 Noticias 

Despu�s de 40 a�os de silencio autoimpuesto, Aleida March, la viuda de Ernesto Che Guevara, ha escrito un libro de memorias �ntimas que revela el lado m�s desconocido de un mito revolucionario que ha marcado, y sigue marcando todav�a, a varias generaciones. Evocaci�n es un acercamiento humano a la figura del Che por la mujer que estuvo a su lado durante ocho a�os y con quien tuvo cuatro hijos, un testimonio excepcional de la persona que m�s sabe de las satisfacciones y sinsabores de convivir con un h�roe guerrillero para el que la revoluci�n y su propio destino fue siempre lo primero.





La viuda del Che recuerda en un libro
la aspereza de la vida �ntima con el guerrillero
y c�mo antepuso sus ideales a la familia


Despu�s de 40 a�os de silencio autoimpuesto, Aleida March, la viuda de Ernesto Che Guevara, ha escrito un libro de memorias �ntimas que revela el lado m�s desconocido de un mito revolucionario que ha marcado, y sigue marcando todav�a, a varias generaciones. Evocaci�n es un acercamiento humano a la figura del Che por la mujer que estuvo a su lado durante ocho a�os y con quien tuvo cuatro hijos, un testimonio excepcional de la persona que m�s sabe de las satisfacciones y sinsabores de convivir con un h�roe guerrillero para el que la revoluci�n y su propio destino fue siempre lo primero.
Mauricio Vicent - La Habana


"El Che volv�a tarde a casa, a las tres o cuatro de la madrugada, a veces a las seis. Dorm�a s�lo cinco o seis horas diarias. �Imag�nese! �Estaba construyendo una nueva sociedad! �No pod�a dedicarse al hogar y a la casa!", dice, sin reproches, Aleida March (Manicaragua, 1936), en v�speras de la presentaci�n del libro, que se realiz� ayer en Italia.

La viuda del Che ha puesto a disposici�n de EL PA�S cap�tulos relevantes de la obra antes de su edici�n en Espa�a. Evocaci�n incluye cartas, reflexiones, postales, poemas y otros documentos de Guevara que se publican por primera vez y que forman parte de su correspondencia privada. Al leerlos, se entiende mejor la psicolog�a de un hombre que fue inflexible consigo mismo y antepuso sus sue�os pol�ticos a su propia vida, as� como los esfuerzos que hizo Aleida junto a �l para construir un verdadero hogar.

Cuenta que llevaban s�lo 10 d�as de casados cuando, el 12 de junio de 1959, el Che sali� de gira por los pa�ses del Pacto de Bandung. Era un viaje largo, de tres meses, y por ello le pidi� que la llevara como su secretaria, lo que realmente era en Cuba. "Fue el momento en que comenc� a conocerlo con mayor profundidad, cuando me argument� que adem�s de secretaria era su esposa y que se ver�a como un privilegio, porque los otros no pod�an hacerse acompa�ar de sus compa�eras". Aleida no oculta el dolor que sinti� en aquel momento: "Antes de despedirnos fuimos a ver a Fidel a su casa y �ste tambi�n trat� de convencerlo de que me llevara, pero no acept�. Comenz� mi llanto, un llanto que siempre me reproch�".

�stas y otras an�cdotas similares no las escribe Aleida desde el reproche de esposa, sino desde el amor y la relaci�n que tuvo con �l como compa�era de armas y de revoluci�n, pero aun as� son reveladoras.

El nacimiento de la primera hija de ambos, Aleida Guevara March, el 24 de noviembre de 1960, cogi� al Che en una "misi�n" por el campo socialista, durante la cual firm� los primeros convenios comerciales de Cuba con esos pa�ses. El Che quer�a que fuese ni�o y hab�a elegido hasta el nombre con Aleida. Se llamar�a Camilo, en honor de su compa�ero de lucha y amigo Camilo Cienfuegos. "En tono jocoso y con su iron�a habitual, me envi� un telegrama en el que dec�a que si era ni�a la tirara por el balc�n", escribe. Estando en Shanghai supo del nacimiento de la ni�a y le envi� una postal, ahora publicada por primera vez. Le dice: "T� siempre empe�ada en hacerme quedar mal. Bueno, de todas maneras un beso a cada una y recuerda: a lo hecho pecho. Abrazos. Che".

Sin referirse a ello directamente, Aleida desmiente en Evocaci�n que la partida de Cuba de su esposo se debiera a discrepancias con Fidel Castro, como han dicho varios de sus bi�grafos.

Se publica la carta que envi� a Armando Hart desde Tanzania en 1965, meses antes de comenzar su aventura boliviana. En ella propone la introducci�n en la isla de un nuevo plan de estudios sobre filosof�a, debido a las dificultades que �l mismo acababa de pasar para estudiar esta materia. "En Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos sovi�ticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya el partido lo hizo por ti y t� debes digerir. Como m�todo, es lo m�s antimarxista, pero, adem�s suelen ser muy malos", dice el Che; su voz es la de alguien comprometido, que no ha tirado la toalla.

Los encuentros clandestinos de la pareja en Tanzania y Praga, poco despu�s de la fracasada experiencia guerrillera del Congo, son momentos duros. En enero de 1966, al llegar a Tanzania disfrazada y despu�s de un viaje con varias escalas, Aleida temblaba: "Llegu� muy nerviosa, en un mar de dudas y con una inc�gnita mayor que la esfinge que hab�a dejado atr�s en El Cairo. Sin embargo, ese estado desapareci� de inmediato, al darme cuenta de que era �l, y que ya est�bamos juntos de nuevo". A los cuatro meses, de nuevo luch� por reunirse en Praga con �l, pese a las dudas del Che. Antes de encontrarse, Aleida recibi� una carta de su esposo: "Dos letras. No es verdad que no quiera verte ni que huyera. (...) Vine para impulsar las cosas y ya se han impulsado algo; no cre� bueno que vinieras porque podr�an detectarte (checos o enemigos), porque se notar�a nuevamente tu ausencia de Cuba, porque cuesta plata y porque me afloja las patas. Si Fidel quiere que vengas, que los pese �l (los factores que pueden interesarle) y decida...".

En octubre de 1966, el �ltimo encuentro de Guevara con Aleida y sus hijos, en una casa de seguridad en La Habana antes de partir hacia Bolivia, fue especialmente amargo. El Che estaba "transformado ya en el viejo Ram�n", calvo y con unas gruesas gafas y aparentaba tener unos 60 a�os. Quer�a despedirse de sus hijos. "Cuando llegaron los ni�os, les present� a un uruguayo muy amigo de su papa que quer�a conocerlos. (...) Tanto para el Che como para m� fue un momento muy dif�cil, en particular para �l en extremo doloroso, porque estar tan cerca de ellos y no pod�rselo decir, ni tratarlos como deseaba, lo pon�a ante una de las pruebas m�s duras por las que hab�a tenido que pasar".

De esa casa Guevara sali� hacia el aeropuerto. Ella no lo vio nunca m�s, pero poco despu�s de su partida recibi� un poema que dej� escrito para ella: "Adi�s, mi �nica, no tiembles ante el hambre de los lobos / ni en el fr�o estepario de la ausencia / del lado del coraz�n te llevo / y juntos seguiremos hasta que la ruta se esfume". Cuarenta a�os despu�s de la muerte del Che en Bolivia y alentada por sus hijos, Aleida se ha decidido a contar secretos guardados celosamente; no son pol�ticos ni pretenden cambiar la biograf�a del Che, pero descubren al mito en su intimidad.

Flechazo en la toma de Santa Clara
Aleida March ten�a 24 a�os cuando conoci� al Che en la sierra del Escambray, en noviembre de 1958. De origen campesino, era una activa militante clandestina del Movimiento 26 de julio y subi� a la sierra con el encargo de llevar dinero a la guerrilla.

En aquel mes largo de combates surgi� el idilio. Confiesa Aleida que el Che "no escogi� el mejor momento" para declararse, el 2 de enero de 1959, mientras avanzaba la caravana guerrillera hacia La Habana: "Se sirvi� de un momento en que nos encontr�bamos solos, sentados en el veh�culo. Me dijo que se hab�a dado cuenta de que me quer�a el d�a que la tanqueta nos cay� atr�s, cuando la toma de Santa Clara, y que hab�a temido que me pasara algo". Y a�ade: "A aquella confesi�n inesperada, medio dormida como estaba, no le di la importancia que ten�a".

Tras la boda, que se efectu� el 2 de junio, d�as despu�s de que el Che obtuviera el divorcio de su primera esposa, la peruana Hilda Gadea -con quien tuvo una hija, Hildita-, el matrimonio vivi� dos a�os en varias casas itinerantes, acompa�ados de colaboradores y soldados. En 1962, se mudaron a una casa en el barrio de Nuevo Vedado. Esa casa es hoy el Centro Che Guevara, dedicado a la divulgaci�n del pensamiento del guerrillero.

Cuando el mito regresaba a casa | Entrar/Crear una cuenta | 0 Comentarios
Los comentarios son propiedad de sus respectivos autores.
No somos responsables de su contenido.
  
Horas de El Salvador, California, Sydney y Montreal  


Noticias Internacionales  


Login  




 


 �Has perdido tu contrase�a?
 �Nuevo usuario? �Registrate!

Articulos viejos  

Secretar�a de Comunicaciones de la UES  


Video Documental: GUERRILLERA  


Cont�ctenos  


P�gina web de Lloviznando Cantos  


DOCUMENTO: Descargar  


ESCRIBA A DON PONCIANO  


Reflexiones de Fidel  

El Salvador  



Nuestro Medio Ambiente  


Documentos del Foro de Sao Paulo  


Radio Maya Visi�n "Comunicaci�n Total"  


Libertad a los Cinco Cubanos  


Se�al en vivo  

Derechos reservados por www.simpatizantesfmln.org

Los comentarios son bienvenidos, escriba a Webmaster