Escrito por Eugenio J. Ríos
“Si no luchas, al menos ten la decencia de respetar a quienes sí lo hacen”(José Martí)

Son perversos, desde la mediocridad de su oscuro pasado mienten y por todos los medios tratan de minimizar las grandes obras del primer gobierno del FMLN, todo con el propósito de restarle importancia a la solemnidad de la toma de posesión de las nuevas autoridades celebrada este pasado 1 de junio.

Con medias verdades los propagandistas al servicio de Arena se refirieron a “carreteras inconclusas y transporte en conflicto”, tomando como fuentes datos aislados y personas que durante los últimos cinco años se han dedicado a sabotear todo intento de modernización del sistema de transporte público.

El señalar como “graves problemas” el congestionamiento y el caos vehicular en zonas como la 50 avenida norte, el bulevar del Ejército o calles alternativas y no profundizar en la totalidad de los proyectos, es pecar de ignorantes, perversos o sencillamente caldear los ánimos de transportistas y usuarios contra el gobierno.

La funcionalidad del transporte urbano, la ampliación y construcción de nuevas calles o la apertura de pasos a desnivel en cualquier ciudad del mundo ocasionan trastornos y retrasos en las actividades comerciales y de tránsito vehicular y de personas, pero es el costo a pagar para alcanzar el progreso y la modernización.

Lo hemos visto en la apertura del bulevar Monseñor Romero, en la moderna carretera de Los Chorros, en la construcción de la autopista de la Panamericana desde Los Próceres a la salida de Santa Tecla. El congestionamiento y el “caos” vehicular fue grande; pero ahora los salvadoreños contamos con buenas y duraderas calles y avenidas.

En tiempos de los gobiernos de Arena se construyeron varios pasos a desnivel, por cierto no tan funcionales como se ha demostrado con el transcurrir del tiempo; pero los “orientadores de la opinión pública”, los transportistas asalariados y los críticos de oficio, jamás se ocuparon de señalar el caos o el congestionamiento provocado por la construcción de esas obras.

Sin embargo, ahora se habla de ajustar subsidios, de revisar “desembolsos”, de “despilfarro”, de no tomar en cuenta la opinión de los transportistas y de “crea enormes trabazones” y “embudos” en las principales calles o avenidas de acceso o salida de la capital.

Los grandes críticos del presente olvidan fácilmente su pasado oscuro cuando al amparo del poder ejercido, ejecutaron los más escandalosos hechos de corrupción que registra la historia reciente del país, o ya olvidaron los $38 millones “desaparecidos” en las licitaciones amañadas de las carreteras Puerto de La Libertad hacia Acajutla, El Portezuelo-Atiquizaya-Las Chinamas-El Jobo y el Puente Cuscatlán.

Eso ocurrió entre los años 1998-2001, al final del periodo de Armando Calderón Sol e inicios del gobierno del mafioso Francisco Flores Pérez; pero también se les olvida el abandono de la llamada “Carretera de Oro” o los trabajos nunca iniciados en el entonces bulevar Diego de Holguín, fueron millones de dólares los estafados a la economía de los salvadoreños.

Los léperos y sinvergüenzas se refiere ahora a las “obras pendientes” a la “atención de zonas vulnerables y a “desarrollar la infraestructura social y económica”, cuando ha sido el primer gobierno del FMLN el que más obras de mitigación ha realizado en la zona metropolitana de San Salvador y otros lugares del país.

Las modernas carreteras reparadas o construidas han permitido desarrollar la infraestructura social y económica pues los agricultores y los comerciantes, así como los usuarios, se han beneficiado con calles de acceso a los grandes centros de producción, no sólo mitigación y protección de vidas humanas, sino la reactivación de la economía del país.

Lo mismo ha ocurrido con la reforma de salud más “sustancial y ambiciosa de la historia del país”, que permitió a los salvadoreños acceder gratuitamente a todos los servicios de manera oportuna, universales, equitativos y de calidad.

Los grandes programas en Obras Públicas y en Salud habrán de continuar con el segundo gobierno del FMLN puesto que es un compromiso adquirido con las grandes mayorías y no para darle gusto a esa minoría de exaltados y corrompidos nada más en busca siempre de satisfacer sus intereses particulares.

La hora de la redención para el pueblo salvadoreño llegó hace cinco años y ahora habrá de consolidarse en la suma de más horas para el progreso, el bienestar, la paz, la armonía social y la felicidad para todos.