Resumen del audiovisual cubano fechado en 2012
Boletín especial es un servicio informativo de Cubarte, que con inmediatez, le mantiene al tanto sobre temas de interés, a partir de las informaciones recibidas por diversas vías.
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Resumen cultural cubano 2012 La Jiribilla por manifestaciones artísticas.
Resumen del audiovisual cubano fechado en 2012Joel del Río • La Habana, Cuba
El año comenzó con la noticia de la nominación de Boleto al paraíso al Premio Goya en la categoría Mejor película iberoamericana de 2011. El director, Gerardo Chijona, subrayó que el reconocimiento no es solamente para él, pues con esta nominación “gana el cine cubano y todos los que somos parte de esto”. El filme se presentó en festivales que acontecen en ciudades como Montreal, Los Ángeles, Chicago y ha ganado, entre otros, el Premio Casa América en el Festival de Cine de Málaga (España), el Premio del Público del Festival de Biarritz (Francia), y el Havana Star a la Mejor Película en el Havana Film Festival New York (EE.UU.) Luego, ocurrió la entrega del Premio Nacional de Cine al cineasta, pedagogo y ensayista José Massip Ysalgué. El Premio se hizo público en una ceremonia oficial celebrada el 24 de marzo, día en que se celebraron los 53 años de la fundación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos. Allí tuvo lugar “un justo y merecido reconocimiento a un hombre que dedicó toda su vida a la cultura y al cine cubanos”, según expresó Eslinda Núñez, Premio Nacional de Cine del año 2011. En la lectura del acta del premio, la actriz comunicó la decisión unánime del jurado de premiar a Massip teniendo en cuenta su trayectoria y aportes a la cinematografía nacional desde los tiempos de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, la realización de El Mégano, la fundación del ICAIC y sus primeras grandes obras, hasta la etapa en que incursionó en la pedagogía y el ensayismo. José Massip, Premio Nacional de Cine La Muestra Joven siguió demostrando suficiencia conceptual, e iluminado liderazgo, a la hora de reflejar las transformaciones que atraviesa el audiovisual cubano contemporáneo. A través de la oncena edición, que ocurrió en abril, el público pudo apreciar la competencia de 37 obras de ficción, 41 documentales y nueve animados. Entre las obras más destacadas por categorías quedaron Camionero, de Sebastián Miló (mejor ficción, dirección, música, edición, actuación, guion); La piscina, de Carlos Quintela (Premio Especial del Jurado por el riesgo y la búsqueda artística); De agua dulce, de Damián Sainz (mejor documental); Uvero, de Arián E. Pernas (mejor animación). También fueron mencionados los documentales Ausencia, de Armando Capó (mejor fotografía y sonido), y Pero la noche, de Gretel Marín. La piscina, de Carlos Quintela Si algunos aportes medulares se asocian con la Muestra Joven en sus más de diez años de existencia, tales novedades tienen que ver sobre todo con el género del documental. En el segmento llamado La mirada del otro, fuera de competencia, estuvo Compacta y revolucionaria, dirigida por la portuguesa Claudia Alves, en Cuba, con un sentido observacional tan fino, con un nivel tan alto de compromiso con la verdad, y, en fin, con un amor tan evidente por sus personajes (una mujer y un hombre que organizan la marcha por el 1ro. de Mayo en una fábrica de cerámica y loza) que se convierte en uno de esos extraños documentales capacitados para hablarle, al mismo tiempo, a la inteligencia y la sensibilidad, a la emoción y al raciocinio. Tales méritos pueden atribuírsele, también, al documental presentado fuera de competencia Los bolos en Cuba y una eterna amistad, el detallista y preciso panorama sobre las relaciones cubano-soviéticas, dirigido y escrito por Enrique Colina, quien consigue presentarnos un análisis desapasionado, objetivo, a partir de la razonada organización de un torrente informativo en entrevistas e imágenes de archivo. Justamente destacados por Fernando Pérez en el texto publicado según el cual renunciaba a presidir la Muestra pocas horas antes de que comenzara, también fueron remarcados los documentales El evangelio según Ramiro, de Juan Carlos Calahorra (que fue distinguido no solo en la Muestra sino también por el premio Coral, de diciembre); Cuerda al aire y Memoria del abuelo de Marcel Beltrán; y De agua dulce de Damián Saínz, entre otros que, según la opinión del director de Suite Habana podían impactar “por la riqueza de su lenguaje y lo inquietante de su mirada”. Apenas recibió atención de la prensa ni del público, ni tampoco se hizo acreedor de galardones o encomios, salvo el reconocimiento tácito de Fernando Pérez, una de las más hermosas cavilaciones realizadas en Cuba últimamente sobre el paso del tiempo, la cercanía de la muerte, y el carácter transitorio y fugaz de toda belleza. Memoria del abuelo registra la voz del compositor Harold Gramatges mientras se escucha, escuchamos, la Mazurca en La Menor, evocada en la interpretación de Arthur Rubinstein, y el creador desgrana remembranzas, impresiones, se pierde en los laberintos de la memoria, mientras el cineasta da rienda suelta a su capacidad para la metáfora visual, para difuminar, y al mismo tiempo concretar, el milagro de la existencia, la respiración del prado, el estremecimiento irreparable ante la constante fuga del tiempo. A propósito de otra cosa: A mediados de marzo tuvo lugar el XVIII Taller Nacional de la Crítica Cinematográfica en Camagüey, un espacio que exhibió lo mejor del cine cubano y mundial al tiempo que restituyó la polémica en torno a sus tendencias pretéritas y actuales. El Premio Cinema, que otorga el Centro Provincial de Cine, le fue concedido al destacado humorista cubano Carlos Ruiz de la Tejera en reconocimiento a su carrera artística, en la que cuentan actuaciones como la de Los Sobrevivientes, La muerte de un burócrata y Las doce sillas, todas dirigidas por Tomas Gutiérrez Alea. La Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey mereció también el Premio Cinema por sus loables propósitos de preservar una tradición arraigada en la provincia desde el proyecto La calle de los cines, programa que convertirá la calle Ignacio Agramonte en un paseo temático en donde todos los servicios estarán vinculados al cine y, de manera esencial, se remodelarán los emblemáticos Casablanca y Encanto. Conocido, y respetado, en el ambiente audiovisual cubano por marcar la diferencia en cuanto a la realización de videos musicales y de dramatizados televisivos (Diana, Doble juego), Rudy Mora es el director y guionista de Y, sin embargo…, el largometraje cubano del ICAIC estrenado el 10 de abril en las mejores salas del país. En la misma vena conceptual que sendos referentes muy cercanos en el tiempo, y tremendamente exitosos, como Viva Cuba (2005) de Juan Carlos Cremata, y Habanastation (2011) de Ian Padrón, el debut de Rudy Mora se propone explorar en los deseos, emociones y perspectivas de los niños cubanos, a partir del juego con géneros tan inusuales en nuestro ambiente como el fantástico y el cine musical. Y, sin embargo…, de Rudy Mora Con la entrega de los premios principales en ficción, documental, cortometraje y guion inédito, en el cine Jiba, de Gibara, el 17 de abril, concluyeron dos años de expectativas respecto a la continuación del Festival Internacional del Cine Pobre. “Desde todo punto de vista, la intención es continuar con un proyecto que crece y alcanza otras significaciones desde cada perspectiva. Lo veo como continuación de un estilo de sacrificio en función de los demás, un acto de entrega en función de los proyectos de otros, un intermedio en la creación personal a favor de la creación más colectiva, más universal”, aseguró el director del evento, el también cineasta Lester Hamlet. Entre los lauros ganados por el audiovisual cubano se cuentan la Mejor Maqueta, otorgado por la Fundación Villa del Cine, para el largometraje cubano Y, sin embargo…, de Rudy Mora; el premio al mejor guion inédito fue para el cubano Abel Arcos por el proyecto Los fanáticos. Arcos es también guionista de La piscina, del realizador Carlos Quintela, que fue laureado en el Festival con el Premio Aniversario 25 del Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr. a la Mejor Ópera Prima. En esta décima edición compitieron más de un centenar de obras de Latinoamérica, Asia y Europa. El éxito en Cuba, y en todas partes del mundo, de la laureada cinta iraní Una separación, confirmó que la vida cotidiana de una familia constituye un tema universal, válido para otras culturas. “Olviden todo lo que han escuchado sobre mi película y sus numerosos premios, y sientan que han venido a ver un filme que no conocen. Espero, además, que encuentren más preguntas y respuestas cuando regresen a casa”, sugirió el director Farhadi en la noche inaugural de la Semana de Cine Iraní en la capital cubana, el 9 de abril. Ocurrida a finales de abril, la edición número 27 del Festival de cine sobre gays, lesbianas, bisexuales y transexuales de Torino, Italia, el evento más antiguo y prestigioso de este perfil en Europa, programó el estreno mundial de Verde Verde, el más reciente filme de Enrique Pineda Barnet, y la más decidida apuesta del cine cubano, desde Fresa y chocolate, en 1993, en torno a los temas que concentran la atención del Festival de Torino. Con Habanastation, de Ian Padrón, quedó inaugurado en Nueva York el XIII Havana Film Festival, cita anual competitiva que dedicó esta edición a rendir homenaje a dos glorias del séptimo arte de la Isla: la actriz Eslinda Núñez y al fotógrafo Raúl Pérez Ureta, quienes ostentan el Premio Nacional de Cine de 2011 y 2009, respectivamente. En el Directors Guild Theatre se proyectó la ópera prima de Padrón, a quien acompañó Blanca Rosa Blanco, actriz protagonista del popular filme. En el homenaje a Eslinda Núñez, se exhibieron Amada, Cecilia y Bailando Cha, cha, cha. Como parte del programa se impartieron charlas y mesas redondas y se proyectó el documental Los 100 sones cubanos, de Edesio Alejandro. Habanastation, de Ian Padrón El Festival de Cine Francés en Cuba, el mayor de su tipo que se celebra fuera del país galo, arribó a su decimoquinta edición con la esperanza y el deseo de mantener vivo el intercambio cultural entre los dos países; muestra de ello fueron los más de 10 mil espectadores que visitaron las salas de cine durante la primera semana del evento. El cineasta y promotor Christophe Barratier, fundador del Festival, quien además presentó su película La guerra de los botones, comentó el lujo que significa para este evento tener como invitada de honor a Isabelle Huppert, a quien se le rindió homenaje con la exhibición de nueve de sus filmes emblemáticos. Hasta el 23 de mayo los cinéfilos cubanos tuvieron la posibilidad de apreciar una selección de lo mejor del cine francés: 13 largometrajes de ficción, tres documentales y dos animados. La película Al borde del río, ópera prima del documentalista cubano Rigoberto Jiménez, se rodó en las inmediaciones de San Pablo de Yao, poblado del municipio de Buey Arriba, en la Sierra Maestra, con apoyo de Televisión Serrana y la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Según indicó la página digital de Televisión Serrana se trata de un largometraje de ficción inspirado en la vida de las hermanas Lola, Gelacia, Pepa y Cira Garlobo Gil, protagonistas de Las cuatro hermanas, laureado documental de Jiménez. Con guion de Arturo Arango y Xenia Rivery, sobre un argumento original del director y Roberto Renán, el filme está ambientado en tres etapas de la historia del país (décadas de 1950, 1960 y 1990), y abarca personajes y entornos poco tratados en la producción audiovisual cubana. Durante un año y medio trabajaron sendos equipos de especialistas, procedentes del ICAIC y del francés Instituto Nacional del Audiovisual (INA) con el propósito de lograr un convenio que se firmó el jueves 21 de junio, en el salón Vedado del Hotel Nacional, para restaurar, digitalizar y comercializar todas las ediciones del Noticiero ICAIC Latinoamericano. La colección está compuesta por 1490 emisiones semanales, producidas y exhibidas entre junio de 1960 y julio de 1990. Omar González, presidente del ICAIC, y Mathieu Gallet, director general del INA, firmaron el convenio signado por el espíritu constructivo y la voluntad de garantizar la permanencia de ese arsenal de imágenes para conocimiento de las generaciones venideras. En las principales salas habaneras, se estrenaron a mediados de año tres documentales y tres largometrajes de ficción. De corte musical y biográfico, contemporáneo, viajero y construido a base de la sucesión de sketches con la participación de algunos de los mejores intérpretes cubanos se vio Amor crónico, que dirige Jorge Perugorría. Luego, apareció A un siglo de El Vedado, en el cual sus codirectores Carlos León y Cristina Fernández apuestan por la inclinación historicista y archivera mediante un documental también dramatizado e interesado en recuperar valores y memorias. Luneta No. 1 de Rebeca Chávez, aporta nuevas aristas a la historia constantemente reescrita de la cultura en Revolución y de la ciudad capital. Entre los largometrajes de ficción estrenados en 2012 se cuentan tres títulos tan dispares Chamaco, rodada por Juan Carlos Cremata hace tres o cuatro años; La piscina, que el joven Carlos M. Quintela realizó en 2009, e Irremediablemente juntos, dirigido por Jorge Luis Sánchez y adaptación a la pantalla grande del musical teatral Pogolotti-Miramar, concebido por el dramaturgo Alexis Vázquez. Chamaco conoció una serie de preestrenos y exhibiciones en eventos previos a su verdadero lanzamiento y, además, el contacto de la película con el público, en salas, fue saboteado por la piratería, pues circuló prolijamente una copia de trabajo que Cremata deslegitimaba. La piscina llegó a la pantalla grande después de ser estrenada, injusta y subrepticiamente fuera de competencia en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. En enero de 2013, el Festival Internancional de Berlín seleccionó La piscina (discutida y elogiada durante meses por la crítica cubana) para integrar el prestigioso segmento llamado Panorama, un honor difícilmente alcanzable por producciones de la Isla. Apenas concluyó la posproducción del largometraje Jirafas, Enrique Álvarez inició el rodaje de Venecia, otro largo que grabó su último plano en septiembre pasado. En Jirafas, Lía y Manuel viven ilegalmente en una casa cerrada. Tania intenta recuperar sus derechos sobre el espacio que su tío le dejó y se propone desalojarlos; pero la pareja no está dispuesta a irse, y Tania decide atrincherarse en el piso alto de la casa. La guerra que comienza terminará acercándolos. El mismo equipo creativo erigió Venecia, escrito por Claudia Muñiz, la joven actriz y guionista de Jirafas y Marina, y que cuenta la historia de tres mujeres, trabajadoras de una peluquería estatal, que el día del cobro deciden acompañar a una de ellas a comprarse un vestido. Se inicia así un itinerario de sucesos imprevistos que las llevará a pasar juntas una noche, y al amanecer tienen el sueño común de abrir un salón de belleza al cual nombrarán Venecia. De vuelta a los numerosos éxitos del documental cubano en 2012, hay que mencionar el largometraje La certeza, dirigido por Armando Capó y ganador de la tercera edición del concurso DocTV Latinoamérica, que se exhibió en septiembre en las salas de estreno cubanas y también, de manera simultánea, en 18 televisoras públicas del continente. El realizador de Nos quedamos y La marea, muestra, a través de tres personajes, una práctica religiosa y popular, mientras dialoga con el espectador sobre el papel de la fe y del destino en la vida cotidiana. Una de las películas más exitosas en el circuito festivalero, entre las rodadas en Cuba últimamente, es Una noche, dirigida por la británica Lucy Mulloy, que alcanzó los galardones por Mejor Dirección, Mejor Cinematografía y Mejor Actuación en el Festival de Tribeca 2012. El filme fue reconocido por su guion en el festival de cine de Brasilia, y compitió en los festivales de Deauville, Vancouver y Río de Janeiro. La directora se acercó a la temática de la migración, la juventud, la marginalidad y la falta de perspectivas. La película fue filmada íntegramente en Cuba y luego exhibida en varios cines de la Capital. Juan de los Muertos y Larga distancia fueron las seleccionadas por el jurado encargado de elegir las películas cubanas que representarán a la cinematografía nacional en las competencias por los premios Goya y Ariel, respectivamente. Juan de los Muertos, segundo largometraje de Alejandro Brugués, concurrió a la competencia de los Premios Goya en la categoría Mejor Película Iberoamericana. Larga distancia, ópera prima de Esteban Insausti, optó por el Premio Ariel, que otorga la Academia de Cine de México. El documental Unfinished Spaces (Espacios inacabados) presenta el conmovedor relato de uno de los grandes proyectos de la Revolución: la construcción de las Escuelas Nacionales de Arte de Cuba, a partir de las entrevistas a los arquitectos que tuvieron la tarea de ponerlo en práctica. Codirigido por Alysa Nahmias y Benjamin Murray, el documental se propuso el reto de lograr declaraciones francas y responsables de los arquitectos y de varios personajes implicados en una época muy compleja para Cuba. Unfinished Spaces fue estrenado en la televisión norteamericana el 12 octubre por el canal PBS. Vinci, de Eduardo del Llano Vinci, el filme cubano escrito y dirigido por Eduardo del Llano, se alzó con el premio al Mejor guion, y una mención a la Mejor música en el Festival Internacional de Cine de Gramado, en Brasil. La película propone una reflexión en torno a la sensibilidad que puede estimular el arte, recreando la experiencia del pintor Leonardo Da Vinci cuando fue apresado en una mazmorra, junto con dos delincuentes comunes. Del Llano, quien tiene una extensa carrera como guionista, protagonizó también una encendida polémica con algunos críticos sobre los valores de su película. Los desastres de la guerra, de Tomás Piard Para octubre y noviembre se anunciaba el estreno de los largometrajes cubanos Los desastres de la guerra, de Tomás Piard, distopía que narra la peregrinación al mar de siete sobrevivientes de una guerra apocalíptica, y Penumbras, del consagrado director de televisión Charlie Medina quien nos trasladó a la Cuba de los años 90 mediante la adaptación de la puesta teatral Penumbra en el noveno cuarto, de Amado del Pino. Con las destacadas actuaciones de Omar Franco e Ismercy Salomón, el filme cuenta la historia de un pelotero famoso, quien en compañía de su amante acude a uno de los últimos lugares de encuentros para parejas en La Habana. Celebrada en varios circuitos como un filme en la saga de películas confeccionadas a partir de historias breves que ocurren en una gran ciudad, como Paris, je t’aime y New York, I Love You, Siete días en La Habana fue exhibida en Praga, Bucarest y Moscú. La crítica local elogió el potencial de algunas de las siete historias dirigidas por igual número de directores: Benicio del Toro, Pablo Trapero, Julio Médem, Elia Suleiman, Gaspar Noé, Laurent Cantet y el cubano Juan Carlos Tabío. El filme también formó parte de la sección panorámica Zabaltegi, del Festival Internacional de San Sebastián. En las ciudades portuguesas de Lisboa y Porto se había estrenado comercialmente a principios de septiembre. La película de Ana, de Daniel Díaz Torres El año audiovisual cierra con los premios que entrega el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Fueron destacadas la comedia que deviene melodrama La película de Ana, de Daniel Díaz Torres, con el Coral por la mejor actuación femenina (Laura de la Uz) y el mejor guion; mientras que realizaciones de la Isla coparon otras categorías importantes como el documental (Mejor obra sobre Latinoamérica de un realizador no latinoamericano: Escenas previas, de Aleksandra Maciuszek; Premio Especial: De agua dulce, de Damián Saínz, Primer Premio Coral: El evangelio según Ramiro, de Juan Carlos Calahorra), el mejor guion inédito (de nuevo fue reconocido el talento para crear historias sugestivas de Carlos M. Quintela con Ismael) y mejor cortometraje para Los anfitriones, realizada en la Escuela Internacional de Cine y Televisión por el peruano Miguel Ángel Moulet. Se vende, de Jorge Perugorría, fue distinguida como la película más popular del evento. Entre los premios colaterales, el Vigía, de Matanzas, correspondió a Penumbras, de Charlie Medina; El Mégano, otorgado por la Federación Nacional de Cineclubes, a Melaza, de Carlos Lechuga; el que entrega el Círculo de Periodistas de Cultura de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), a La película de Ana, y el premio CINED, Cinematografía Educativa del Ministerio de Educación, reconoció los valores de Un siglo de El Vedado, de Cristina Fernández y Carlos E. León (Cuba). Si bien es imprescindible reconocer que algunos largometrajes de ficción estrenados a lo largo del año distaron de satisfacer los requerimientos del público o de los especialistas, es importante apuntar también la insurgencia de una nueva generación, dedicada por ahora al documental y al cortometraje, y proveniente de las escuelas de cine o con formación autodidacta, que está renovando paulatinamente la estética y los contenidos del audiovisual cubano. Artes Escénicas cubanas en 2012
Un entreciclos sobre las tablasMarianela González • La Habana, Cuba
Fotos: R. A. Hdez
Cuando unos poquísimos días nos separaban del instante que algunos recibirían sobre esta o aquella azotea, donde el albor o la capota del fin del mundo fuese más perceptible, tres sabedores mayas estuvieron en Cuba. Hablaron de luz y de nawales del orden, de la dualidad de los ciclos del tiempo sobre la Tierra y de este en que ahora escribo y usted lee: el tercero, el segundo de claridad después de la sombra. No habíamos despedido aún a Fito ni a la Benning, ni Se Vende nos había hecho preguntarnos por la responsabilidad, el riesgo y hasta la lógica del arte y su consumo. Son estas páginas, ya sé, para hablar de 2012 sobre las tablas, y aunque —como aquí se alertaba hace apenas unos días— a la Cuba teatral le cueste seguirle el paso a la Cuba cotidiana, se impone hablar desde la luz. A sus primeros 15 —edad prometedora, si cabe referirse a los grandes desde la “promesa”— llegaron este año dos: El Ciervo Encantado y Argos Teatro, ese “pequeño país” de Pancho García que le vio alzar, en la piel del padre Romaguera, el Premio Nacional de Teatro 2012. Desde sus pequeñas sedes —una más conectada que otra, pero igual de mínima—, los colectivos teatrales que conducen Nelda Castillo y Carlos Celdrán han definido, con los años y el talento, una imagen de nación urgente y provocadora, donde grandes nombres de las letras nacionales y foráneas emergen y dicen. Ya desde el texto dramático, ya desde la poesía. Aire Frio Quizá haya sido esa la voluntad, justamente, de la muestra cubana a la Temporada de Teatro Latinoamericano y Caribeño Mayo Teatral, que cada dos años propone la Casa de las Américas. Enriquecida esta vez con la reciente apertura de dos sedes teatrales en la ciudad, el Complejo Cultural Raquel Revuelta y el Teatro Miramar, las puestas que nos representaron en la cita estuvieron concentradas en lo que dio en llamarse Ciclo Piñera: la primera acción masiva en homenaje al gran dramaturgo cubano en el año de su centenario. Así, al propio Argos Teatro, quien ya había estremecido la cartelera habanera con su Aire frío, se unieron Teatro de la Luna (La boda y Los siervos) y Teatro El Público (El trac y Un jesuita de la literatura). Lo decíamos entonces: como sellos de distinción, el riesgo de actores y actrices sobre la escena; la exposición física y el ejercicio del intelecto —trances que les acercaron, sin duda, a las puestas de Cubalandia, donde otra vez brilló Mariela Brito, dirigida por Nelda Castillo—. Durante el Mayo Teatral 2012, desbordó la escena la función número cien de Noche de Reyes —otra vez, una fiesta de El Público y su público frente al Trianón. Estuvieron también en la muestra Vital Teatro, Macubá y Morón Teatro. Cubalandia De esta muestra, tres espectáculos cubanos merecerían luego el Premio Villanueva de la Crítica 2012, lauro que la crítica especializada confiere a las mejores puestas del año en la Isla: Aire frío, de Virgilio Piñera, bajo la dirección de Celdrán, y los unipersonales El trac, de Virgilio Piñera, a cargo de Alexis Díaz de Villegas, y Un jesuita de la literatura, interpretado por Osvaldo Doimeadiós —quien, a propósito, mereció el Premio Nacional del Humor 2012— con dirección de Carlos Díaz, a partir del cuento homónimo de Virgilio y con dramaturgia de Norge Espinosa y del propio actor. De ellas, las puestas de Teatro El Público regresaron a la escena cubana a solicitud expresa de Mayo Teatral. Osvaldo Doimeadiós, Premio Nacional del Humor 2012 Serían también merecedores del Premio Villanueva los espectáculos Narices, de Teatro Tuyo, y Show-Room, de DanzAbierta. Los críticos teatrales cubanos decidieron también otorgar un reconocimiento, por sus logros parciales, a El Portazo, de la Asociación Hermanos Saíz de Matanzas, por sus montajes de Antígona y Por gusto; y a los artistas plásticos Los Carpinteros, por el performance la Conga Irreversible, coreografía de Isaías Rojas, de la Compañía Banrrará, presentada este año en la Oncena Bienal de La Habana. La puesta Por gusto, a partir de un texto de Abel González Melo, integró la muestra de teatro joven en la decimocuarta edición del Festival Nacional de Teatro de Camagüey: una apuesta por poner en escena los conflictos de una generación casi inexistente en la escena cubana de hoy. Show-Room, de DanzAbierta La cita en Camagüey volvería a lanzar provocaciones y, también, a conciliar. Así se narraba, desde estas páginas: “La decisión de que la cita más importante del teatro nacional no sea competitiva no solo ha transformado la dinámica interna del encuentro, sino que ha instalado un diálogo más saludable entre escena, espectador y entre los propios teatristas. Lo que podría parecer para muchos un dato circunstancial, es, sin embargo, un gesto que ha cambiado la cualidad de esas interrelaciones”. Se percibió, también, desde la visión de los más jóvenes —el 80 porciento de los 29 espectáculos que se presentaron en el más importante evento teatral del país, estuvieron protagonizados por egresados del sistema de enseñanza artística en los últimos años—. Valga, por qué no, el dato. “La presencia de jóvenes artistas en el 14 Festival Nacional de Teatro es determinante, porque ellos logran una radiografía de la Cuba que somos, a partir de cómo repiensan la realidad que los circunda”, explicaba Freddy Núñez Estenós, director artístico del evento y, él mismo, un joven creador que ha conquistado un espacio en el panorama escénico de su ciudad.
Artes Plásticas en el 2012
Hacia una mayor presencia en el espacio públicoMabel Machado • La Habana, Cuba
Una manada de elefantes invadió la vía pública y una colonia de cucarachas trepó por una de las fachadas del Museo Nacional de Bellas Artes. Era La Habana de 2009, una ciudad muy distinta de Tikal, el paraje guatemalteco con aspecto alienígena a donde asisten por estos días peregrinos de todas partes, para hacerse testigos del fin del mundo según el presagio maya. La irrupción de los animales gigantescos en las calles de la Capital cubana, la transfiguración del paisaje urbano y el desconcierto del caminante, no auguraban, sin embargo, una versión criolla del Armagedón o el comienzo de la nueva era. Los elefantes y las cucarachas, inertes e incrustados en el asfalto y las estructuras de concreto, fueron un ardid, un engaño, una provocación de un grupo de artistas para transeúntes agitados. José Emilio Fuentes y Roberto Fabelo, como lo habían hecho ya otros pintores, instalacionistas o escultores en distintos momentos de la historia de las artes plásticas en la Isla, se valieron, durante la Décima Bienal de La Habana, de la monumentalidad de las piezas y de su ubicación fuera del espacio convencional de las galerías, para llamar la atención de los paseantes. Con esta estrategia, ambos artistas lograron que sus piezas fueran reconocidas entre las más populares de las expuestas en el evento, y, por otro lado, contribuyeron a la gestación de un clima creativo y de recepción distinto, de cara a la siguiente edición de la Bienal habanera. Siendo así, en el 2012 que cierra el plazo definitivo para el acaecimiento de las peores catástrofes, los habaneros recorrieron sin sobresaltos las avenidas este verano, a pesar de que una jaula de leones cayó abierta a los pies del Paseo del Prado y de que una colonia de hormigas ocupó por completo el lateral del teatro Fausto. La Oncena Bienal de La Habana convocó a los creadores de la plástica a aportar proyectos bajo el lema “Prácticas artísticas e imaginarios sociales” y los autores encontraron en el espacio público una de las mejores plataformas para presentar sus obras ante receptores que no tienen costumbre ni posibilidades de acceso frecuente a los circuitos tradicionales de exhibición del arte. Revisada desde esta perspectiva, la Bienal, que proponía acercarse a los imaginarios como “lugares donde toman cuerpo las nociones de lo público, del espacio ciudadano y de los diferentes aspectos que posibilitan la interacción comunicativa”, cumplió con uno de sus objetivos más importantes. Proyectos como Detrás del muro, un extenso corredor artístico con obras de Esterio Segura, Florencio Gelabert, entre otros, se extendió desde el Castillo de La Punta hasta la zona del Parque Maceo a la orilla del transitado Malecón capitalino. Asimismo, los performances de María Magadalena Campos Pons,Los Carpinteros y Manuel Mendive, se desarrollaron en plena vía pública, despertando la curiosidad de decenas de personas. Desde su primer llamado, la Bienal fijaba la atención en el agotamiento de modelos de representación y mecanismos institucionales que atraviesa el universo de las artes plásticas en nuestra época, por lo cual, invitaba a proponer a través de la creación artística, el encuentro con nuevas conexiones culturales y formas de socialización basadas en relaciones más horizontales y propiciadoras de la participación. En ese sentido, destacaron acciones como el lanzamiento del primer prototipo de museo dedicado al arte contemporáneo en Cuba en la comunidad de San Agustín, La Lisa. Al ocupar un inmueble sin paredes y proponer intervenciones fuera de ese espacio físico, los promotores de MAC SAN (nombre del proyecto) cuestionaron los rasgos que deben tipificar a las instituciones museísticas en el siglo XXI y pusieron en perspectiva el valor actual del estilo occidental utilizado para el coleccionismo de arte. Bajo esta premisa, construyeron obras e idearon performances en los que la población del lugar se incluiría espontáneamente, y que, de manera general, contribuirían al desarrollo cultural y económico sustentable de la zona. Por su parte, El Premio Nacional de Artes Plásticas René Francisco y sus alumnos de la IV Pragmática Pedagógica en el Instituto Superior de Arte (ISA), presentaron para el evento el proyecto Ciudad generosa en el área que ocupara un edificio demolido de la barriada del Vedado. A partir del espíritu restaurador que animó acciones anteriores de este grupo, el espacio fue modificado en una urbe con edificaciones construidas según las inquietudes y gustos de cada uno de los artistas participantes. La “ciudad ideal” fue creada para propiciar la reflexión en torno a las posibilidades de transformación individual de los sujetos sobre su entorno inmediato. Desde la Universidad de las Artes se gestó también otra de las exposiciones medulares de la Bienal: Lo inédito viable permitió que, por primera vez, una selección de trabajos de los estudiantes más sobresalientes de la escuela se incluyeran de manera oficial en un evento de este tipo en la Isla. Cerca de 25 proyectos individuales y grupales llamaron la atención sobre los procesos pedagógicos y su influencia en el terreno de las artes. La muestra se trazó como objetivo demostrar la necesidad de la relación dialógica estudiante-profesor y de la potenciación de la libertad expresiva entre el alumnado. El académico de la Facultad de Artes Plásticas Ramón Cabrera explicaba en las palabras introductorias, que la exposición no buscaba “adscribirse por principio a ningún territorio de lo visual, sino dúctil y maleable para asumir cualquiera de los múltiples medios con que pueda estructurarse una idea o hacer cristalizar un sueño o una intención”. A partir de un principio similar a este se estructuró la muestra Creaciones compartidas, una compilación de obras de artistas cubanos y extranjeros en el Pabellón Cuba que, como la exhibición que ocupó por los días de la Bienal los espacios del Centro Hispanoamericano de Cultura, se valió de los llamados nuevos medios (video proyección, maping, etc.) para ofrecerle la posibilidad al espectador de participar como co-creador de la obra de arte. Según lo plantearon sus curadores José Manuel Noceda y Rewell Altunaga, el objetivo fundamental de la muestra fue invitar al público a relacionarse de una manera más activa con el arte, y fungir como una vía para que los individuos reconozcan también la importancia de su papel activo en la sociedad. Las bóvedas de la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña sirvieron también de escenario para conocer una representación significativa de la producción artística cubana de los últimos años. Los artistas, entre los que se pudieran mencionar a Jorge López Pardo, Tamara Campos, Julio Neira, Michel Pérez, Choco y Lorena Gutiérrez, se expresaron de manera individual ya bien inspirados en la consigna de la Bienal y la función del arte en la esfera pública, o bien desde la reafirmación de sus propuestas ideoestéticas. Entre las exposiciones que mayores resonancias tuvieron dentro del máximo evento de las artes plásticas en Cuba llegó a la Isla CIFO: Una mirada múltiple, compendio de 85 piezas de la Fundación Cisneros-Fontanals. Con este proyecto, por primera vez, se mostraba fuera de los EE.UU. una selección tan amplia de los fondos de la institución miamense. La mayor parte de la muestra estuvo constituida por piezas de gran formato de artistas de tres continentes, representantes de corrientes tan diversas como el arte povera y la escuela de Dusseldorf. Como parte de la selección de CIFO, se mostró en Bellas Artes una pieza que recoge la memoria del primer performance de la serbia Marina Abramovic y otra obra del mexicano Gabriel Orozco, dos de los invitados extranjeros más sobresalientes en la Bienal habanera. Ambos ofrecieron talleres y conversatorios en la Universidad de las Artes durante su estancia en Cuba. Abramovic presentó en esta capital el documental The artist is present, basado en una intervención reciente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, al tiempo que Orozco trabajó con estudiantes de la escuela en la edificación de la antigua Escuela de Ballet. En el marco de la Bienal, el ISA le otorgó a Marina Abramovic el doctorado Honoris Causa, título que le fuera conferido también a otro de los genios del performace contemporáneo, el austriaco Herman Nitsch. Este último presentó, especialmente en La Habana, una versión de su famosa pieza Aktion 5 con la colaboración de alumnos de diferentes especialidades de las escuelas de Cubanacán. Invitados por la Bienal, también presentaron lo más reciente de su creación artistas de amplio reconocimiento internacional, como el fotógrafo Andrés Serrano y los rusos Ilya y Emilia Kavakov, quienes presentaron en el Castillo de la Fuerza, y con la participación de niños de la comunidad de la Habana Vieja, El barco de la tolerancia, una obra que ha viajado ya por varios países del mundo. Alrededor de 400 proyectos fueron inaugurados en la Capital cubana con motivo de la Bienal, un evento que pugna por adaptarse a las exigencias de un entorno cultural en constante cambio a partir de los nuevos acercamientos y retos que impone el avance de las tecnologías. No obstante, la masividad de las propuestas —dentro de las que se incluyen, además, numerosas acciones independientes de otros artistas en sus estudios, talleres, etc.— ha sido uno de los filones más polémicos de este evento. Un espectador común, incluso un espectador avezado, no es capaz de consumir una cantidad tan abrumadora de propuestas, según advierten algunos críticos y especialistas. II Aunque en la Oncena Bienal enfocaron sus esfuerzos la mayoría de los artistas radicados en la Capital, el movimiento de las artes plásticas no se ciñó solamente a lo acontecido durante el evento. Entre las exposiciones de mayores resonancias del año estuvo Mímesis, muestra antológica del pintor y crítico Manuel López Oliva, que ocupó a partir del 27 de enero hasta el 13 de abril una de las salas transitorias del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). La exposición, que reunió las piezas más importantes creadas por el artista en las últimas dos décadas, trascendió la sala de exhibición, para propiciar el intercambio del pintor con el público y la reflexión sobre el arte cubano. De este modo, se estima que Mímesis haya sido una de las muestras de un autor cubano más visitadas este año y una de las que mayores ecos tuvo en la prensa local. De las exhibiciones personales acogidas por el Museo, la de Ernesto Fernández, Premio Nacional de Artes Plásticas 2010, resaltó como otra de las más importantes este año. Bajo el título La fotografía y la memoria, el artista reunió un conjunto de las piezas emblemáticas de su quehacer durante más de cuatro décadas en el país. Las muestras del arte extranjero en el MNBA tuvieron también gran impacto y acogida de público, sobre todo a partir de una estrategia desarrollada por la institución que incluye el trabajo con la comunidad, la concepción de una serie de actividades para la etapa estival y la programación de visitas guiadas y encuentros con curadores. Además de la presencia en Cuba de los dibujos de Vladimir Velicovik y las esculturas de Pascal Maíz, tuvieron enorme aceptación las muestras de Pintura holandesa y belga del siglo XIX, la exposición Los pintores de Artal, la selección de pintura tradicional china y la dedicada a la naturaleza muerta como motivo en las obras de arte, con la cual cierra el 2012 el Museo. A las puertas de conmemorar los cien años de su creación, Bellas Artes acogió la celebración de otros centenarios importantes para la historia de la plástica en Cuba. El pintor René Portocarrero fue homenajeado con la muestra La ciudad, sus mujeres y las fiestas populares, cuya curaduría tuvo en cuenta algunos de los temas medulares en la obra del artista que pertenecen a su producción menos conocida. Asimismo, recibió el agasajo de la institución la escultora Rita Longa con una retrospectiva conformada a partir de 28 piezas de diferentes formatos y materiales, así como la exposición Rita Longa, esa imponente mujer, una recopilación de sus objetos personales organizada por el centro de información del propio Museo. De la magia y el color, fue el título de la exposición dedicada al pintor Ruperto Jay Matamoros, una compilación de 30 piezas, entre óleos y dibujos, pertenecientes a la colección de arte popular del Museo. La obra de Mariano Rodríguez, el pintor de los gallos, puede apreciarse todavía a principios de 2013 en la sala transitoria de la institución, que organizó la muestra Vuelo y arraigo. En la programación de las galerías este año, resultaron significativas, las muestras organizadas por Villa Manuela de la UNEAC, entre las que podrían mencionarse Hoy mi voz tiene sonido, de la joven artista Mabel Poblet; Muros reales. Muros Virtuales, de Abel Barroso, y la colectiva Ellas sí hablan (Rachel Valdés Camejo, Katiuska Saavedra Leyva, Deborah Nofret, Marlys Fuego González, Adriana Marmorek Arango, Rocío García). Por su parte, Galería Habana abrió sus puertas a un grupo de proyectos personales, uno de ellos la exposición No somos animales, conjunto de piezas de gran formato del Premio Nacional de Artes Plásticas Roberto Fabelo. En el mismo espacio exhibió su trabajo más reciente la pintora Rocío García, quien trabajó esta vez escenas donde las mujeres figuran como contrapartida esencial de los personajes masculinos, inspirados en la historia de Jack el Destripador. La segunda parte de Fonemas y Morfemas, proyecto de los exitosos hermanos Yoan e Iván Capote, fue inaugurada también este año en el salón de la propia galería. Esta institución celebró, además, en noviembre la décima edición de Subasta Habana, en la cual fueron muy demandadas y vendidas a precios considerables las piezas de Cundo Bermúdez, René Portocarrero, José María Mijares y Servando Cabrera. El Arte Cubano, con 44 lotes de 33 artistas (3 académicos, 22 modernos y 8 contemporáneos) estuvo representado por significativas obras correspondientes a las décadas del 50 y 60 del siglo pasado, así como por autores consolidados más recientemente, como el fotógrafo Carlos Garaicoa. La galería Servando Cabrera Moreno presentó, entre las muestras personales, 3 Monos, un grupo de cuadros gigantescos del artista René Peña, al tiempo que organizaba la exhibición de un conjunto de carteles del brasileño Fernando Pimenta, como parte de las actividades colaterales del Festival de Nuevo Cine Latinoamericano. En diálogo con los eventos principales del Festival de Nuevo Cine fue abierta además, en el Pabellón Cuba, la amplia muestra Latinoamérica: imágenes de una colección, a partir de los fondos del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. Casi tres décadas de la historia y el arte en el Continente pudieron apreciarse en las 70 obras de unos 50 autores de la región. La institución dedicada al arte contemporáneo en la Isla organizó, además, en su sede de la calle Empedrado de la Habana Vieja, muestras como Disiring the real, una de las más abarcadoras representaciones de la creación contemporánea austriaca que se ha presentado hasta la fecha en Cuba. Para diciembre, coincidiendo con la conmemoración del natalicio del más internacional de los pintores cubanos, Wifredo Lam, el Centro desarrolló presentaciones de audiovisuales, conversatorios y la exposición Entre la pintura y el grabado, con 72 obras creadas entre 1941 y 1976, de las cuales 68 proceden del tesauro del MNBA y cuatro de la colección privada del artista Alexis Leyva (Kcho). Igualmente, en su aniversario 110, Marcello Pogolloti, fue recordado en Cuba como un anticipador de los logros estéticos que conseguirían los artistas de generaciones siguientes en la visualidad artística cubana y su alcance universal. Por otro lado, el Memorial José Martí y la Casa del ALBA Cultural, organizaron exposiciones para homenajear a dos figuras históricas que han estado presentes en la obra de un grupo importante de artistas cubanos: el Che y Fidel. De tal modo, en agosto el Memorial estrenó Con todos los sentidos, que reunió fotografías de la épica revolucionaria, tomadas por grandes de la cultura visual universal como Liborio Noval, Raúl Corrales, Osvaldo Salas y Alberto Díaz (Korda), apropiadas por un grupo de artistas liderados por Ernesto Rancaño, quienes muestran la mirada personal de cada quien acerca de Fidel. En octubre fueron inauguradas la selección de pinturas, dibujos, grabados y esculturas Crear dos, tres, muchos Che (Casa del ALBA) y la muestra personal del pintor Javier Guerra Hasta siempre (MJM). Una figura muy vinculada a estos dos líderes históricos, el fotógrafo Liborio Noval, falleció este septiembre. Las imágenes de momentos trascendentales de la Revolución cubana que fueron capturadas con su lente, acompañaron a los habaneros que atravesaron por aquellos días la Plaza Vieja, donde, a modo de recordación y tributo, pudieron verse proyectadas en los muros de uno de los edificios aledaños, las más emblemáticas fotografías del autor. Fuera de las galerías, trascendió además este 2012 el trabajo de Ernesto Rancaño y un colectivo de alrededor de diez artistas, que continuaron con su gira De la punta al cabo y la Isla también, para llevar el arte a las comunidades y los barrios de distintas zonas del país. El proyecto comprendió no solo los viajes y los talleres de los creadores por las provincias, sino también la exposición resumen de la gira a finales de este 2012. En consonancia con el propósito de descubrir en los espacios comunitarios otras maneras de expresión y comunicación para las artes plásticas, se desarrolló en la Casa de la Cultura del municipio Playa de la Capital cubana el Festival Internacional de Arte Naïf. El evento no quedó restringido a la competencia y la exhibición de las obras, sino que tuvieron lugar intercambios con artistas y especialistas, talleres con niños y la presentación del libro L´art fantastique de Pedro Osés, del promotor y galerista francés Gérald Mouial. Cercano a la fecha de clausura del Festival (noviembre) y, coincidentemente, a tono con su motivo inspirador, fue otorgado el Premio Nacional de Artes Plásticas a Ever Fonseca, uno de los primeros pintores formados dentro del sistema de enseñanza artística consolidado en Cuba luego de 1959. Ever, en quien algunos reconocen un impulso primitivo hacia la creación artística, presentó en el acto de entrega del Premio un disco de canciones y poemas de su autoría, con los que ratifica su vitalidad como artista y la validez de sus reapropiaciones de la naturaleza como tema. El propio Fonseca demuestra también la proyección y alcance internacional que tiene en la actualidad el arte cubano. Para los Juegos Olímpicos de Londres, el pintor, junto con Flora Fong, Rigoberto Mena y Luis Enrique Estrada, representaron a la Isla en una de las exposiciones colaterales del evento deportivo más importante del orbe. Aunque la creación plástica cubana actual deberá sortear aún muchos escollos para lograr una mayor presencia en el mercado y los circuitos de exhibición más importantes del arte, otros sucesos, como el premio en la VII Bienal Internacional de Estandartes 2012 obtenido por Flavio Garciandía, la apertura de la exposición Amelia Peláez. Una mirada en retrospectiva en Valencia, España, o la muestra de abanicos Fans Forever en el Miami Dade Collage de EE.UU., dan fe de que el 2012 ha sido un año provechoso también en ese sentido.
Música en el 2012
Las mil cuerdas de una IslaAbel Sánchez • La Habana, Cuba
Parece fácil. Cualquiera pensaría que hablar de música en una Isla como esta —donde uno la escucha lo mismo en un parque, que en una esquina o dentro de una guagua— es pan comido. Pero yo no estaría tan seguro pues, precisamente por eso, uno ni siquiera sabe por dónde empezar. Tomemos en cuenta que en el año que recién acaba hubo un Grammy Latino, un Festival de Música de Cámara; vinieron Fito Páez, Julieta Venegas, Zucchero, y, por si fuera poco, Cuba se convirtió en la Isla de las mil cuerdas. Concierto de Fito Páez en el Teatro Karl Marx Por eso, si tuviese que mencionar un protagonista en este 2012, no pudiera ser otro que la guitarra. Veamos a Eliades Ochoa, por ejemplo, quien con una de esas ganó el segundo Grammy de su carrera. Aunque ya había sostenido un gramófono en otra ocasión, como integrante del Buena Vista Social Club, este fue su primer reconocimiento en la edición latina. Al conocer la noticia Ochoa dijo que, más que todo, el premio era un estímulo para la música cubana y el son tradicional. El disco Un bolero para ti —premiado en la categoría de Mejor álbum de música tradicional tropical— fue grabado en Santiago de Cuba dentro de los Estudios Siboney del sello EGREM. Las sesiones estuvieron a cargo del propio Ochoa, quien, entre los 15 temas que contiene el fonograma, incluyó cuatro compuestos por él. Además de Eliades, fueron cinco los cubanos nominados a la décimo tercera edición de los Grammy Latinos: el maestro Leo Brouwer, los Van Van, el Quinteto Criollo de Villa Clara, el guitarrista Manuel Galbán y el joven músico Elaín Morales. Precisamente uno de ellos, el maestro Leo Brouwer —ahí tienen, otro guitarrista—, organizó en el mes de octubre el Festival que lleva su nombre. El IV Festival de Música de Cámara Leo Brouwer, cuya divisa fue “Un maridaje perfecto de músicas inteligentes”, fue exactamente eso. Y la perfección de ese maridaje radicó en que supieron acoplarse todas esas sonoridades de cuello alto, sin caer en los lugares comunes que suelen asociarse a esa música. IV Festival de Música de Cámara Leo Brouwer Los conciertos fueron —y no creo que haya un calificativo más exacto— espectaculares. Allí, sobre el escenario, pudimos ver a las hermanas Labèque golpeando sus pianos frenéticamente, al bosnio Edin Karamazov haciendo cantar al laúd y la guitarra o al italiano Marco Lo Russo convirtiendo su acordeón en un show muy parecido al de una guitarra de rock n’ roll. También se escucharon las cuerdas del bandurrista español Pedro Chamorro y el guitarrista flamenco, nacido en Cuba, Josué Tacoronte. Sin embargo, el elenco de lujo no solo vino de fuera, también pudimos escuchar a Ernán López-Nussa, Enrique Pla, Javier Zalba, Jorge Reyes, Niurka González, Gastón Joya o las guitarras de Sonantas Habaneras, dirigidas por el maestro Jesús Ortega. O sea, que en el Festival hubo de todo, menos aburrimiento. Pero si de guitarras y cuerdas se trata, sería imprescindible mencionar la XVI Feria Internacional Cubadisco 2012, dedicada a ese instrumento, cuyo sonido limpio y agudo es la misma esencia de la música cubana. En esta última edición se intentó rescatar, particularmente, el concepto de guitarra acompañante, a través de encuentros como el Concurso Nacional de Guitarra Acompañante de la Voz o el Simposio Internacional “La guitarra en la Isla de las mil cuerdas”. Además, se rindió homenaje a Francisco Repilado (Compay Segundo), inventor del armónico —cruce entre la guitarra y el tres—; y a dos grandes de la guitarra clásica y popular: Ñico Rojas y Vicente González-Rubiera (Guyún). Por su parte, la 28 edición del Festival Internacional Jazz Plaza, celebrado casi al terminar el año, tuvo por lema —faltaría más—: “El jazz en todas las cuerdas”. El concierto inaugural estuvo a cargo del maestro Chucho Valdés, quien invitó a Roberta Gambarini y Roy Hargrove. A lo largo de los cuatro días que duró el Festival, también pudieron escucharse las florituras e improvisaciones de reconocidos jazzistas como Arturo O’Farrill, Jimmy Sommers, Tumediso Kagiso Loeto, Will Campa, Lázaro Valdés, Harold López-Nussa o Miguelito Núñez. Esto ocurrió en las noches, porque el jazz solo puede tocarse a esa hora y a media luz, pero durante el día tuvo lugar el VIII Coloquio Internacional de Jazz, con conferencias teóricas, presentaciones de discos y clases magistrales, impartidas por conferencistas de lujo como Jorge Reyes, Bobby Carcassés o Pancho Amat. También armado con una guitarra —no sé ustedes, pero estoy por pensar que es la misma— y una armónica, asaltó Santiago Feliú la Casa de las Américas. Poco importó la lluvia, apenas fueron rasgados los primeros acordes en la mítica Sala Che Guevara y el espacio Casa Trovada a punto estuvo de dejar de serlo, pues ya no quedaba sitio. Esa noche, Santi celebró sus 50 años con un concierto que, más que concierto, fue descarga, encuentro entre amigos —muy parecido al que había tenido lugar en el mismo sitio tiempo atrás, cuando tocaron Carlos Varela y Gerardo Alfonso, y fue presentado el libro Trovadores de la herejía, de Bladimir Zamora y Fidel Díaz, en el contexto de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Santiago Feliú en concierto en Casa de las Américas Justo un encuentro entre amigos, varios meses más tarde, volvería a colocar a Santiago Feliú en un escenario. Aunque esta vez no llevaba guitarra —simplemente su voz rasposa de dientes hacia afuera— y lo acompañaba un piano, sobre este, las manos del mismísimo Fito Páez. Fito vino a La Habana, coincidiendo con el 34 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, para lanzar su DVD El amor después del amor, 20 años. El mismo recoge un concierto de más de una hora realizado en Buenos Aires para celebrar las dos décadas de su disco El amor después del amor, el más vendido en la historia del rock argentino. Tras la presentación del audiovisual, Fito tocó para su Habana y allí, ante esa luna de los pobres siempre abierta, ofreció su corazón. Además de Santiago, junto con él tocaron el pianista Robertico Carcassés y el cantautor italiano Zucchero. Fito Páez y Roberto Carcassés Este último ya hacía un tiempo que estaba en Cuba, había venido a presentar su disco La sesión cubana. Un álbum grabado en la Isla en julio pasado con músicos italianos y cubanos, entre los que valdría la pena mencionar a Elmer Ferrer, Pucho López, Horacio (El Negro) Hernández, José Luis Quintana (Changuito) y Jorge Reyes. Luego, Zucchero ofrecería un concierto, a terreno lleno, en las áreas que rodean el Instituto Superior de Arte (ISA). Los más de 20 mil espectadores pudieron escuchar varios temas incluidos en La sesión cubana, como: “Nena”, “Baila (Sexy Thing)”, “Cuba Libre” y una versión en italiano de la “Guantanamera”. También subieron al escenario Buena Fe, Pedrito Calvo, Laritza Bacallao, David Blanco y el maestro Frank Fernández, quien tocó una versión del “Ave María” al piano. Zucchero en concierto en el ISA Otros que llenaron espacios —guitarras en mano igualmente— fueron los integrantes de Habana Abierta, quienes tras una larga temporada sin tocar aquí se reencontraron con su público de siempre, el de la Isla, en el mítico Salón Rosado de la Tropical. Vanito Brown, Alejandro Gutiérrez, José Luis Medina y Luis Alberto Barbería, interpretaron los mismos temas de hace nueve años, junto con otros de su última producción: Uno, dos, tres, cuatro (2011). Durante el concierto grabaron oficialmente “Habana a todo color”, una canción incluida en una maqueta que nunca llegó a grabarse y que, sin embargo, la mayoría de los habaneros tararea. Alguien que también volvió a conectarse con su público de La Habana, uno de los primeros en corear sus canciones, fue Julieta Venegas. La mexicana vino a finales de año a ofrecer un concierto en el Teatro Nacional como parte de la Jornada Cubana por la No Violencia contra las Mujeres y las Niñas. Venegas también es integrante de la Campaña Únete de las Naciones Unidas y forma parte de la iniciativa Mujeres Contracorriente, que lidera la cantante Rochy Ameneiro, para promover una cultura de paz desde las artes. Julieta Venegas en concierto en el Teatro Nacional Pero si hablamos de paz, no pudiera dejar de mencionar la segunda edición del Festival Peace & Love, que tuvo lugar en San Carlos de la Cabaña. Durante dos noches X Alfonso y sus amigos de la Fábrica de Arte Cubano, así como numerosos músicos invitados, cubanos y extranjeros, convirtieron una fortaleza militar en un espacio para la paz y el amor, al más puro estilo de los festivales de Woodstock o Monterrey. Festival Peace & Love Y como este es un trabajo sobre todo de cuerdas, especialmente de las de guitarra, no puedo dejar de mencionar la gira de Silvio Rodríguez por Argentina —con escalas en la ciudad de Santa Fe y en las capitales de Uruguay y Chile—. Silvio tocó en el Luna Park ante ocho mil personas, quienes corearon temas clásicos como “Rabo de nube”, “La gota de rocío”, “Me acosa el carapálida” y, por supuesto, “El Necio”; junto con canciones de su último disco: Segunda Cita. Silvio Rodríguez de gira por Argentina También con las cuerdas tuvo que ver el homenaje que le rindieron el ICAIC y la Cinemateca de Cuba al Grupo de Experimentación Sonora. Allí, en la Cinemateca, inauguraron una exposición fotográfica con imágenes de aquellas interminables sesiones de trabajo, estrenaron el documental ¡Cuba va!, de Felix Greene, y propiciaron un conversatorio con varios de los integrantes del Grupo. De no habernos abandonado físicamente a principios de año, Sara González definitivamente hubiese estado entre ellos. Además de Sara, también nos dejaron el clarinetista, saxofonista, guitarrista, tecladista, músico, Pucho López, y el rumbero Gregorio Hernández Ríos, o mejor, el Goyo. Precisamente por él, aunque comencé hablando de las cuerdas, no voy a terminar con ellas. Pues, a pesar de que esta es una Isla surcada por cientos, miles de cuerdas, en su raíz musical también hay un género que solo necesita un cajón y un buen par de brazos, nada más. Y justo este año, tan lleno de acordes y arpegios, se acordaron de él y lo declararon patrimonio cultural. Obvio, se trata de la rumba, esa que es eterna, porque nació en un barracón, mezclada con sudor, tabaco y aguardiente de caña. Esto ocurrió en las noches, porque el jazz solo puede tocarse a esa hora y a media luz, pero durante el día tuvo lugar el VIII Coloquio Internacional de Jazz, con conferencias teóricas, presentaciones de discos y clases magistrales, impartidas por conferencistas de lujo como Jorge Reyes, Bobby Carcassés o Pancho Amat. Aunque comencé hablando de las cuerdas, en especial de aquellas seis que se tensan sobre el brazo de una guitarra; no voy a terminar con ellas. Pues, a pesar de que esta es una Isla surcada por cientos, miles de cuerdas, en su raíz musical también hay un género que solo necesita un cajón y un buen par de brazos, nada más. Y justo este año, tan lleno de acordes y arpegios, se acordaron de él y lo declararon patrimonio cultural. Obvio, se trata de la rumba, esa que es eterna, porque nació en un barracón, mezclada con sudor, tabaco y aguardiente de caña.
El 2012 en la literatura
Fragmentos posibles de la trascendenciaHelen Hernández Hormilla • La Habana, Cuba
¿Qué puede representar un año para la literatura? Las grandes obras se producen muchas veces durante lustros y se mantienen ocultas en las gavetas de los autores o en los libreros de editores y críticos hasta que, de un momento a otro, ganan la inmortalidad. Para las letras de un país, un año puede ser la nada, una fracción milésima que tributa a un proceso de siglos. Sin embargo, para quienes lo viven resulta la oportunidad de encontrarse con el texto capaz de marcar la existencia, escuchar de cerca al autor admirado, reconstruir etapas, acumular obras que evidencian la vitalidad del transcurso continuo de la escritura. Sobre el año 2012 se tejieron leyendas casi salidas de la ficción. Del calendario maya se interpretó un final del mundo, que, a la postre, solo llegó a corroborar las terribles paranoias humanas. A punto de recibir ese otro ciclo histórico que según los sabios precolombinos iniciará con este 2013, el panorama literario cubano ha vivido en los últimos 12 meses acontecimientos dignos de evocar, incluso si fueran los últimos. La visita del escritor uruguayoEduardo Galeano en enero para presentar las actividades del Premio Casa de las Américas fue un espacio ideal para esperanzadores y nostálgicos. Luego de casi 11 años sin visitar a Cuba, el autor de Las venas abiertas de América Latina leyó ante el auditorio de la abarrotada Sala Che Guevara textos de su libro Espejos. Una historia casi universal, premio de Narrativa José María Arguedas en 2011 y publicado por la editorial Casa este año, así como fragmentos de su último vástago: Los hijos de los días, inédito por entonces. El Premio Casa de las Américas, entre el 16 y el 26 de enero de 2012, favoreció el contacto con intelectuales de alto prestigio en la región. Como jurados llegaron a La Habana Jorgelina Cerritos (El Salvador), Ángel Norzagaray (México), Orlando Senna (Brasil), Víctor Winer (Argentina) y Osvaldo Doimeadiós (Cuba); Leonor Bravo (Ecuador), Carlo Frabetti (Italia-España), Liliana de la Quintana (Bolivia), Avelino Stanley (República Dominicana) y Nelson Simón (Cuba); Regina Crespo (Brasi), Evando Nascimento (Brasil) y Rodolfo Alpízar (Cuba); Arnold Antonin (Haití), Francis Combes (Francia) y Laura Ruiz (Cuba); Juan Flores (Puerto Rico), Lisandro Pérez (Cuba-EE.UU.) y Renato Rosaldo (EE.UU.); Quince Duncan (Costa Rica), Rita Laura Segato (Argentina) y Esteban Morales (Cuba), para evaluar 377 obras en concurso, distribuidas en las categorías de Teatro, Literatura para niños y jóvenes, Literatura brasileña, Literatura caribeña en francés o creole, el Premio de estudios sobre Latinos en los EE.UU. y el Premio Extraordinario de estudios sobre la presencia negra en la América y el Caribe contemporáneos. Este último lauro quedó en la Isla pues correspondió a la investigadora Zuleica Romay con Elogio de la altea o las parad |
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