El partido ARENA no ha resuelto todavía su crisis interna + Intolerancia y acusación sin pruebas
Si bien en las elecciones de marzo pasado ARENA recuperó el voto popular, con el que obtuvo 33 diputados y convertirse con ello en la primera fuerza política del país, internamente, la crisis que la llevó a su primera gran división, después de las elecciones de 2009, no la ha superado, sigue presente y amenaza con profundizarse.
La reacción virulenta del jefe de fracción, arenero, en el Congreso, por los cuatro diputados que votaron el Presupuesto General de la Nación, contrario a la línea partidaria, deja en evidencia esa zanja en el partido tricolor.
Sigifredo Ochoa Pérez, Adelmo Rivas, Jesús Grande y Rigoberto Soto, cuando votaron a favor del presupuesto general de la nación, dejaron clara fisura en ARENA. Y es que los cuatro diputados areneros sabían, cuando decidieron votar contrario a la línea de su partido, que su expulsión es cuestión de días, si no es que de horas. De hecho, de la fracción ya los sacaron, y los epítetos de “traidores”, “vendepatrias” y “vendidos”, entre los que se pueden citar en un espacio como este, son signos de una “expulsión anunciada”.
ARENA trató de evitar, a toda costa, las evidencias de esa falta de cohesión en su partido, al acusar que algunos de sus diputados estaban siendo comprados por otras fracciones legislativas, y concretamente acusaron a GANA, partido que representa la primera gran escisión del partido ARENA en el presente siglo.
Daba la impresión que “las denuncias públicas de ARENA” podrían tener eco en sus parlamentarios y desistirían de hacer cualquier acción que los llevara a exponerse como los diputados disidentes, y por ende los “comprables”.
La denuncia de ARENA no amilanó a quienes no se sienten a gusto con la línea del partido en la Asamblea Legislativa, y seguramente de las decisiones del partido, en general, como la elección de su candidato presidencial, un personaje que se contradice a cada momento, es “bocón”, y por qué no decirlo, también antipático.
No creemos que los diputados que votaron por el Presupuesto hayan sido comprados, en primer lugar, porque la votación de la Ley del Presupuesto General de la Nación solo necesitaba 43, y el bloque FMLN, GANA, PES y PCN, que suman 50 votos, ya tenían el compromiso de votarlo. Si se quiere, eran “innecesarios” los votos de ARENA. Es decir, no eran urgentes, salvo que quisieran mandar un mensaje claro a ARENA: “No tenemos miedo, no estamos a gusto con ustedes”.
En segundo lugar, ni el Gobierno ni el partido FMLN, tienen esa práctica, como si, al parecer, la mantuvo ARENA en sus cuatro gobiernos, y de ahí su sospecha.
Creemos que ARENA tampoco cree que le compraron a sus diputados, pero, al decirlo los desprestigia, y eso es lo que el partido opositor busca.
En todo caso, si la dirigencia de ARENA tiene las evidencias que dice tener, que presente la denuncia ante la Fiscalía y que castiguen a los corruptos y a los corruptores, si es que los hay, en este caso.
Sin lugar a dudas, ARENA pasa por un mal momento, desde 2009, y no hay visto de que lo supere a corto plazo.
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Intolerancia y acusación sin pruebas
ARPAS
La expulsión de los cuatro diputados de ARENA que votaron a favor del presupuesto estatal del próximo año confirma la intolerancia y la práctica de acusar sin tener pruebas, aspectos característicos de la cúpula del ex partido gobernante.
Sin seguir el proceso interno, el jefe parlamentario arenero Donato Vaquerano anunció la separación de sus compañeros Rigoberto Soto, Adelmo Rivas, Jesús Grande y Sigfredo Ochoa Pérez, quienes contra la línea partidaria se sumaron a los demás grupos parlamentarios y apoyaron el presupuesto del año 2013. Seguidamente Vaquerano mandó a desalojarlos de sus cubículos, al estilo Norman Quijano sacando vendedores del centro capitalino.
Diputados y diputadas areneras lanzaron todo tipo de insultos a los cuatro disidentes, y Vaquerano reiteró la acusación que ARENA nunca ha sustentado con pruebas: la compra de voluntades en la actual legislatura.
ARENA insiste en que GANA está detrás de intentos de soborno a diputados suyos para que voten a favor de Astor Escalante como fiscal general. Pero no ha presentado una sola prueba, ni ante la Fiscalía ni ante los medios que han difundido ampliamente la noticia, algo que no hacían cuando era ARENA la acusada de comprar voluntades en la Asamblea.
Lo anterior dice mal del ex partido de gobierno que sufre una nueva fractura y una crisis interna agravada por el estancamiento de su candidato presidencial que ya no creció en las encuestas y va error tras error cada vez que da declaraciones públicas. Una de sus últimas “metidas de pata” fue la forma de descalificar la candidatura a la vicepresidencia: lo hizo para ningunear al vice presidenciable efemelenista Óscar Ortiz, pero enfureció a los posibles aspirantes areneros a la vicepresidencia.
Las fuerzas democráticas del país deben aprovechar este declive momentáneo de ARENA para articularse, afinar estrategias y movilizarse con sus propuestas. Las organizaciones progresistas deben pasar a la ofensiva por la reforma fiscal progresiva, la renegociación de la deuda externa, la elección de un fiscal decente, la modificación leyes que benefician a las transnacionales, prohibición definitiva de la explotación minera, etc.
El debilitamiento de la derecha oligárquica representada en ARENA es siempre una buena noticia para el país y una oportunidad para que los sectores democráticos avancen.