Mariano Ramirez
No ha sido fácil para Norman Quijano llegar a ser el candidato de Arena. Le sacaron, antes de darle el si, sangre, sudor y lágrimas. Y tampoco ha sido bueno su debut.
Lo lanzaron como si quisieran opacarlo en un momento en que la atención de la sociedad estaba puesta en otros temas de mayor interés: la superación del conflicto institucional tras el acuerdo alcanzado por los partidos en Casa Presidencial, el precio de la harina de trigo y del pan, el enfrentamiento del Presidente con la conducción de la ANEP. Ni con la ayuda incondicional de El Diario de Hoy logró salvar ese opaco lanzamiento.
Pero tampoco fue bueno el debut, hay que decirlo. Leyó mal un discurso malo al ser ungido por el COENA. Se le notaba tenso, como si no estuviese cómodo en ese escenario. Y luego apresuró su agenda mediática. El martes estrenó candidatura con Nacho Castillo en la que debe ser, seguramente, la peor intervención televisiva del alcalde. Y dio una entrevista exclusiva a La Prensa Gráfica, donde reiteró lo expuesto en televisión: generalidades, banalidades, lugares comunes, errores y, en fin, mostró que el traje de candidato le andaba demasiado holgado.
Es de imaginar que el sector de dirigentes de Arena que no aceptaban al alcalde como candidato habrán visto confirmadas sus sospechas, en el sentido de que el techo del hombre es demasiado bajo, suficiente para una alcaldía pero no para aspirar a la Presidencia de la República. Suficiente para hacer una placita pero muy lejos del nivel requerido para un Jefe de Gobierno.
Todo esto puede parecer pura especulación de alguien que no gusta del alcalde de San Salvador como candidato presidencial. Pero ha sido el propio alcalde quien se encargó de darnos –a quienes así pensamos- los argumentos para juzgar negativamente su debut en el nuevo rol.
Propuso eliminar el programa de paquetes escolares. Pero veamos cómo lo dice en LPG: “En algunos países, los estudiantes no usan uniformes, pero todos tienen computadoras…” ¿Cómo se le ocurre tamaño “sincericidio”? Es el programa estrella del gobierno actual. Las encuestas han sido más que elocuentes al respecto. Más del 80% de la población aplaude ese programa.
Pero el argumento del alcalde es peor que ese error político que debe haber inquietado a más de un dirigente arenero. Quiere comparar a El Salvador con países en los que los estudiantes no usan uniforme y tienen computadoras. Ayudemos al alcalde: Suiza, Dinamarca, Suecia, Bélgica, y siguen…. Ahora bien, en El Salvador hay una población de centenares de miles de familias que no tienen para comprarle ropa a sus hijos. Eso no es comparable con aquellos países que son el modelo al que aspira el alcalde.
Sin embargo, es más preocupante que no sepa que la dignidad es un valor esencial de los pueblos. Que ese uniforme que él desdeña es un gesto de igualitarismo que dignifica al pueblo pobre y que así es comprendido por las mayorías del país. Los estudiantes de hogares que viven bajo la línea de pobreza ya no se quedan en la casa porque no tienen un miserable tenis para ir calzado a la escuela. Esa incomprensión del reciente candidato es cosa seria y para meditar.
En suma, sin conocimientos ni preparación, el alcalde hizo un debut apresurado y comenzó a caminar con el pie izquierdo. Sin duda, la dirigencia de Arena deberá hacerse cargo del asunto y evitar que el alcalde quiera caminar solo, secundado por un equipo que no está ni de lejos a la altura de las circunstancias.