Desde la sombra la hipocresía acecha y golpea
Salvador Ventura
Ninguna ocasión pareció más propicia a los opositores resentidos del presidente Funes frecuentemente no tan opositores del sistema como de su persona e ideas políticas, mucho más al que llaman en sus campañas mediáticas “FMLN partido del gobierno” que la presencia del Jefe de Estado como mediador en las reuniones celebradas en Casa Presidencial para encontrarle solución a la crisis creada por cuatro magistrados de la Sala de Lo Constitucional.
Fue como si esto les diera una mayor confianza en su habitual agazapamiento. En estos últimos tres años se han dedicado a un deterioro personal porque según sus cálculos minando al presidente carcomen los aspectos plausibles de su política y, por supuesto, a su principal contendiente para las próximas elecciones. Pero en realidad no recurren al ejercicio abierto de la política, que implica oposición con discusión, sino con métodos apolíticos, oscuros y bastardos. No son los que quieren dar la cara, sino barrenar. De ese modo no arriesgan las posiciones económicas privilegiadas adquiridas en otras administraciones, con sus propios gobiernos que ellos reputan mejores dentro de un mismo sistema, porque les concedió todos los privilegios, les permitió evasión de impuestos, la corrupción, desde licitaciones amañadas, hasta el contrabando y la elusión fiscal.
La gravedad de la situación económica y la vorágine delincuencial permiten toda clase de elucubraciones. Desde los cafés, los cócteles y otros ámbitos; incluidos las bodas, los cumpleaños y los entierros, a los que no faltan por sobra de tiempo y por el disfrute de bienes que les consiente la ociosidad madre de todas las maledicencias se han dedicado a lanzar variadas especies con el propósito de destruir la imagen personal del mandatario (la última encuesta de la UCA le brinda un apoyo arriba del 70% de la población) para desprestigiar dos aspectos de su política: el que reclama transformaciones y cambios internos frente a conocidas resistencias; y, conjuntamente, el practicar la independencia internacional para lograr relaciones exteriores ventajosas al país y no a los intereses del imperialismo. Esto quizás les diferencia de los críticos abiertos, que parten de planteamientos ideológicos o de enfoques y análisis diferentes, en la búsqueda del mejor camino, pero que no ignoran el valor desafiante de algunas actitudes de Funes, cualquiera sea su evaluación de los resultados. Y eso, tenemos que admitirlo con franqueza, revuelca a aquellos en lo soez, el egoísmo, el pataleo; en la ambición y en los turbios fines de impedir el saneamiento que puede conducir una época como la presente, donde hay un poco más de discusión de sectores organizados o no para lograr una mayor y verdadera participación popular.
Aunque de este modo un tanto bajo la mesa se pretende hacer política digámoslo con firmeza de lo peor, se trata en realidad de extender el apoliticismo, provocando la frustración con el goce fugaz de un chiste, de rumores o de una frase cocidos en ollas podridas. Lamentablemente es parte de la política provinciana, de la nula reflexión sobre temas candentes y de ese irse por el camino más fácil sin buscar complicaciones ni enfrentar los auténticos problemas que abaten a la nación.
El chiste, a propósito, es un arma de defensa popular, nace del ingenio del pueblo, que con él circula una intuición política. Pero si nos detenemos a ver la factura de algunos de los chistes fabricados durante estos tres años del gobierno de Funes, se les observa sin la elegancia del idioma y de la ironía, la margen y chocados con la inventiva popular, más fina y sabia. Tienen mal gusto, revelan porquería, no se valen de los recursos del idioma, sino de sus expresiones más soeces y obscenas. Y hay que ponerse a pensar, como lo hizo en una de sus reflexiones dominicales a propósito de la aprobación hace varios meses del impuesto a la renta, el obispo de San Salvador, monseñor Alas tan inconforme que resulta conflictivo y así nada sospechoso de incondicionalidad ni adulación en quienes los crean, dónde los ponen en circulación y con que finalidad se hace todo eso. Mientras se proporciona un chiste se olvida la sustancia política. Quien lo toma como base de una lucha política, se conforma y ahí se queda. Se vuelve acrítico y únicamente satisface la malsana condición que sólo los santos y quién sabe no tienen en algún momento. Es el deseo de los resentidos: que todos se revuelquen en el resentimiento y la amargura.
No somos apologistas ni admiradores de nada; pero tanto al partido de izquierda, como al mandatario, los resentidos no le quieren entender nada. Para cierta gente nada es aceptable. Si dice las cosas, porque las dice. Si callan otras, porque esas no las dice. Si hace salidas al exterior, que reflejan una dinámica nueva de relaciones o acercamientos, hay tela sobrada para cortar, sobre todo con eso de “delegaciones numerosas y gastos innecesarios”. El Salvador le queda chico. Si se encerrara en el ámbito de un nacionalismo aldeano, le pondrían de ejemplo al mundo, al que entonces viviría de espaldas. Ah! con los eternos inconformes, con los hacedores de agendas políticas, pensando en réditos electorales.
Durante mucho tiempo hemos criticado la política chovinista que nada tiene que ver con el nacionalismo dinámico y la ciega manera de proceder ante las corrientes universales transformadoras. La actitud oficial ante la realidad de países socialistas en el mundo, al menos con Cuba, fue la de ignorarla en la práctica. Por incomprensiones o para no molestar al poderoso imperial del norte acostumbrado a dictar su política y fungir como policía del mundo, las relaciones con la isla estuvieron muertas por años. Se mantuvo un congelamiento anacrónico e hipócrita porque de hecho los empresarios hacían negocios con la isla y teníamos muchos asesores de deportes trabajando en el país. Y cuando este gobierno termina con semejante error histórico; saca las relaciones formales al campo del comercio real, frente al bloqueo norteamericano, entonces los que querían otra cosa desgranan una crítica envuelta en lo “ingenioso” e incluso rechazaron la invitación del régimen para visitar Cuba por “temor al contagio” político e ideológico. Es tiempo de ver quien tiene la cara sombría y quién debe alegrarse de estos beneficiosos cambios.