“Les expreso mi reconocimiento a las víctimas asesinadas en el Mozote y poblaciones aledañas donde la ceguera estatal provocó sus muertes”, afirmó el canciller Martínez, quien presidió la ceremonia de conmemoración en nombre del gobierno.

El acto también contó con la participación del coordinador residente del sistema de Naciones Unidas, Roberto Valent, el procurador de derechos humanos, Óscar Luna, y una representante de una organización humanitaria de Arambala.

Las autoridades escogieron El Mozote para celebrar el Día Internacional de los Derechos Humanos en este poblado de Morazán, otrora escenario de tragedia, dolor y pólvora.

Martínez, que pidió perdón en nombre del Estado, reconoció que ”el caso del Mozote es objeto de trámite en la Corte Interamericana de Derechos Humanos donde El Salvador es juzgado”.

“El gobierno salvadoreño busca tener un nuevo enfoque, que reconoce los derechos de las víctimas y que gobiernos anteriores no han asumido sus responsabilidades”, recalcó Martínez.

Por la vida

Pero en lugar de capturas y eliminar guerrilleros, la misión militar organizada entre el 11 y 13 de diciembre de 1981 por el coronel Domingo Monterrosa acabó convirtiéndose en un cerco a los civiles que prefirieron quedarse en sus casas por temor a que la Fuerza Armada los confundiera con guerrilleros si los veía huyendo.

Las víctimas, ancianos, niños y mujeres, entre ellas una embarazada, fueron torturados, abusados e izados con bayonetas. Otros fueron encerrados en la ermita de la iglesia y fueron quemados. La carnicería fue denunciada por la otrora rebelde Radio Venceremos, pero no trascendió hasta que tres periodistas lograron llegar al lugar de la tragedia.

La denuncia

Los periodistas Alma Guillermoprieto del periódico The Washington Post, Raymond Bonner de The New York Times y la fotoperiodista Susan Meiselas lograron denunciar el tema, que fue negado por el alto mando del ejército.

Así trascendió que alrededor de mil campesinos fueron asesinados.

Una de las pocas sobrevivientes de la masacre, Rufina Amaya, pudo relatar su testimonio que fue clave para encontrar décadas después con las fosas comunes donde un equipo de antrópologos argentinos descubrió las huellas del horror: los juguetes de plásticos achicharrados, escapularios enmohecidos, huesos, calaveras, los restos de un feto en medio de los osamentas de su madre.

Espinoso

Durante décadas, El Mozote ha sido una mala palabra para la historia de la Fuerza Armada salvadoreña y un tema incómodo para los gobiernos conservadores.

Tras las exhumaciones, los forenses han logrado contabilizar 966 restos, entre estos los de más de 400 niños. Sin embargo, hace dos semanas, unas nuevas excavaciones descubrieron más osamentas.

Ahora, en lugar de la tragedia, un coro de niños de El Mozote eleva sus voces en medios de estas montañas en un canto por la reconciliación y la paz.

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