A todos en el pueblo nos aterró la noticia. El pánico se apoderó de Nueva Granada al ver la línea de carros con hombres y mujeres vistiendo equipos de protección personal y el ataúd de aquella humilde señora, quien fue de emergencia al hospital.
Por Alcides Herrera
Llegó al hospital de Santiago de María, el sábado en la tarde “con la tensión y el azucar altísima”. De allí la trasladaron a San Miguel. En el hospital de San Miguel no la quisieron recibir y la enviaron de regreso a Santiago de María. Falleció. Sin hacerle ninguna prueba, en el diagnóstico le escribieron “sospechosa de coronavirus”.
El domingo a las 11 y 40 pasaron con su cuerpo hacia el cementerio. Le negaron a la familia una velación, una despedida y un entierro digno. Si no les importó la vida, mucho menos la muerte. Pero hacer el espectáculo si era de importancia, pues en su entierro habían delegados del ministerio de Salud y hasta de Casa Presidencial, quienes cruzaron por todo el pueblo como los dueños de la vida.
La negligencia médica la taparon con el diagnóstico de la covid-19. Juegan a dioses, pero apenas llegan a bestias.
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